Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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—KREESE, ha venido tu nieta.—dijo el guardia mientras Luna caminaba detrás de él.
—Hola, abuelo.—saludo Luna frente a Kreese, que estaba sentado en la silla con las manos apoyadas en la mesa.
—Hola, nieta.—saludo y Luna se sentó.—¿Qué tal ha ido nuestro plan?
—No ha salido bien.—contestó Luna.—El sensei Silver ni ha pestañeado.—explicó Luna.—Solamente se empeña en expandir Cobra Kai.
—Que mala suerte.—maldijo Kreese.—¿Alguna cosa más?
—Sí.—asintió Luna y suspiró.—Mi padre acabó herido. Por nuestra culpa.
—Bueno, un enemigo menos.—suspiró Kreese.—Cuando salga, me encargaré del otro.
—¿Le da igual lo de mi padre?—le preguntó Luna.
—Era un medio para un fin.—contestó Kreese.
—¿Eso soy yo?—le preguntó Luna.
—Claro que no.—negó Kreese.—Nosotros sólo podemos confiar el uno en el otro.
—¿Hasta cuándo he de quedarme en el dojo?—le preguntó Luna, quería salir.
—Sé que cuesta mucho estar tras las líneas enemigas, pero te necesito allí un poco más.—le contesto Kreese.—Tengo un plan para salir de aquí.
—¿En serio?—le preguntó Luna.
—Sí.—asintió Kreese.—Voy a hacerme el buen soldado, y tú debes hacer lo mismo.—le explico Kreese.—Obedece en todo a Silver, pero abre bien los ojos y los oídos. Es listo, pero meterá la pata. Y será nuestra oportunidad.—le explicó a Luna.—¿Serás capaz?
—Sí, sensei.
—Bien.
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El sensei Silver había llevado a Luna con una mujer y otros hombres a un lugar.
Era una mujer coreana, se hace llamar sensei Kim.
Llegaron a Topanga Karate.
—Que alegría verte.—le dijo el sensei de Topanga acercándose a Silver.
