Hola..
Bueno, primeramente quiero decir que esta es la primera vez que hago algo así.
Esta esta una historia que leí hace mucho tiempo, y pensé en adaptar, claro que con permiso de su autora.
(yo no escribo ni a palos) pero aquí me convencieron por...
Camino por el salón junto con Kade, observado las obras de mis compañeros, bastante interesantes, no tuve que hacer ese trabajo, me gustaría decir que, por ser buena estudiante, pero los privilegios son verdad.
Llegamos hasta un cerebro de porcelana, bastante realista y tétrico.
-¿Por qué? – le pregunta Kade a Engfa.
-Me pareció llamativo – responde nerviosa, a ella le asustamos o algo así.
Kade solo mueve la cabeza en afirmación.
-Tiene encanto en cantidad – digo y sigo mi camino.
Observamos varios hasta que escucho a Kade decir algo.
-Se parece a ti - la miro un poco confundida, pero observo muy bien el dibujo.
Bueno creo que los dibujos pueden interpretarse de muchas maneras, pero un cuerpo femenino y con cosas muy mías, de cualquier forma, no me hace gracia.
-Es bueno, ¿Quién lo hizo?
De repente la profesora llega
-Srtas. ¿Cómo están? ¿les esta gustando la exposición?
-¿Quién hizo este? Pregunta Kade
La mujer busca alguien, pero al parecer no encuentra a la persona.
-Bueno la chica desapareció – da una sonrisa forzada – Fue Becky Armstrong.
Mis ojos se abren mucho, tengo punzadas temerosas en el pecho.
-¿Cómo se llama la obra? – titubeo.
-La profesora busca entre sus notas.
-Mujer acaudalada – lee – No le va muy bien en la materia a Armstrong, pero... - se excusa, pero Kade la interrumpe.
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-Transmite mucho, ¿Le diría nuestras felicitaciones a Becky?
La profesora asiente confundida, nosotras siempre damos felicitaciones a las mejores obras, es pura formalidad, pero siempre termina siendo a cualquier niña pequeña que nos de ternura.
La siguiente clase fue de química, nos sentamos y hoy por una razón que no se Heng no se sentó a mi lado, me acomodo en uno de los puestos, ultima fila, que incómoda puede ser la soledad.
Pero me sentí mas rara, cuando vi que un chico me observaba, pero no con esas miradas sexys e intimidantes, sino como las que te hacen desear que esa persona cierre los ojos o mínimo te diga algo.
Y así fue la primera hora, intente poner atención a clase, pero ese chico me seguía incomodando con su mirada, así fue hasta la segunda hora cuando alguien toco la puerta, la ojiverde, hoy vestida un poco mas rebelde que nunca, que ardiente.
-Tarde Armstrong – Dice en tono severo el profesor – Necesito tenga una buena excusa para...
-Estaba haciendo un trabajo para el director – saca un papel, la excusa
