Prohibido Freen Becky

#57 En dirección contraria

"Comía sin tener hambre, besaba sin sentir amor, sonriera sin estar feliz y reía, aunque nada le hiciera gracia, pero cuando lloraba... Lloraba y las razones no le hacían falta" es una cita del Aglow, el libro favorito de Freen, ella dice que se siente identificada, yo también al parecer.

Estuve pensando en varios párrafos de ese libro mientras visitábamos el barrio gay, todos esos colores, el ambiente, la música... Entre casas de clase socioeconómicas muy alta, malteadas de arcoíris, brazales, canciones de Lana del Rey, y Hayley Kyoko nos dio casi la media noche, conocimos a varias personas en apenas esas tres manzanas, cada vez que nos besábamos todos aplaudían, eso sube la moral sinceramente.

-Me casaría ahora mismo – Suelta ella dando saltitos por una cebra de arcoíris, pero se arrepiente de inmediato.

Le doy un beso en la mejilla y una sonrisa de esas que ella adora para aligerar su expresión de pena.

-Casarse está sobrevalorado – me acerco para susurrar en su oído, quiero ser lo mas tierna posible, que ella sepa que yo realmente la estoy amando. - Nosotras ya somos mucho más.

Me devuelve una mirada cristalina, de esas que dicen muchas cosas, no se como puedo ser capaz de querer alejarme de una niña tan preciosa.

-Feliz cumpleaños otra vez Becky, estoy muy feliz de que estes en mi vida – dice, lleva todo el día con lo de mi cumpleaños, no soy fan de los cumpleaños, me dan una extraña y mala sensación, como de nostalgia...

Se nos hace tarde, la media noche en el barrio gay me hace descubrir todo lo que he ganado.

La interminable lista, amar a una mujer me ha abierto la puerta de un mundo entero, colorido, extravagante, mis ojos ya ven las cosas de la misma forma, ya no ignoro.

Idolatro el cuerpo humano, ahora busco trasfondos y dobles sentidos, no me conformo, encontré la libertad de mi propio cuerpo, como si hubiera abierto una brecha que jamás podre revertir, tampoco deseo hacerlo.

Ser gay, esta comunidad, toda la lucha, los miedos, todos los días de interminable búsqueda de identidad que jamás llegan a nada, el mundo se esta transformando y estoy dispuesta a ofrecer mi vida a la causa.

Entonces volvemos al hostal, y me quedo el resto del tiempo hablando de cosas random con Freen.

-Si pudieras vivir para siempre ¿Lo harías? - le pregunto.

Estoy tirada en el suelo, percibiendo el olor de madera húmeda mientras Freen se pasea en bragas por la habitación, creo que intenta decorar o arreglar su ropa, igual la vista es buena.

-Si claro – responde sin titubear.

-Pero vas a quedarte sola en algún momento, veras cosas horribles de seguro – le digo-

-Si pero ya no tendría ningún miedo, yo creo que llegaría a cierta edad en la que estaría mentalmente preparada para cualquier cosa.

-¿Cres que esas preparada para cualquier cosa?

La chica deja lo que sea que hacia y me mira tiernamente, se arrodilla junto a mí.

-No, tengo 17 años y estoy segura de que si moriré.

Me gustaría preguntarle si tiene miedo a la soledad, pero no quiero dejarle detalles en su cabeza para cuando me vaya, y se pregunte por qué lo hice.

Entonces le pido que me de un beso, ella lo acepta con ternura, nuestros besos en Chicago se han sentido realmente tranquilos, si afán.

Observo su rostro cuando nos separamos, es fino, agraciado, con labios rojizos, tan suaves, sus ojos color caramelo, su caballo café claro.

Ella acaricia mi mejilla con el pulgar.