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Jughead despertó de golpe a las cuatro de la mañana. Un grito ahogado saliendo de su garganta mientras se sentaba repentinamente sintiendo el sudor de desesperación en su piel.

En la habitación contigua, FP se paró de inmediato de la cama, y corrió hasta su hijo.

-Hey, hey -dijo envolviendolo en sus brazos con fuerza- tranquilo.

Tal como las últimas cuatro noches, Jughead rompió en un llanto desesperado.

-Ya, Jug. Estoy aquí -murmuró- estás bien.

-Papá -sollozó-

-Shhh. Lo sé.

-Lo siento, papá.

FP besó su cabeza mientras acariciaba su cabello intentando calmarlo.

-Lo sé, muchacho. Lo sé.

-Perdón -dijo en un hilo de voz- perdón.

-Estoy aquí, Jug. Sigo aquí.

Jughead terminó de derrumbarse en los brazos de su padre y allí lloró hasta el cansancio, quedándose dormido en esa posición.

Al despertar en la mañana, se cambió y bajó las escaleras.

-Buenos días, muchacho.

Él solo lo saludó con la mano, demasiado cansado para hablar.

-¿Cómo estás?

-Mal -murmuró-

Su padre se sentó junto a él y tomó su mano.

-Soy el peor hijo -dijo luchando contra las lágrimas-

Ya había llorado demasiado esa semana.

-No lo eres. Te amo, muchacho. Nada, ni siquiera lo que sucedió en Los Ángeles -dijo mientras en su mente revivía aquel trágico momento- cambiaría eso.

-Papá...

-Recuerda que tienes terapia hoy.

Jughead suspiró asintiendo. No habló con nadie en todo el día, no se sentía de ánimo para hacerlo ni tenía la energía necesaria.

Pero a la hora del almuerzo, la conversación era indispensable.

Betty le explicaba algo que él no lograba entender, y Jughead, intentando no mostrar su frustración, prestaba atención a cada detalle.

-¿Entiendes?

-No.

-Jughead, presta atención.

-Presto atención. Pero tengo hambre y sueño y las matemáticas simplemente no son lo mío.

-Bien -Betty suspiró- descansemos un segundo.

El ojiazul agradeció a los dioses por un momento. Estaba agotado.

-¿Por qué te cuesta tanto esto?

Porque soy un idiota.

-Papá me sacó del colegio cuando nos mudamos a Los Ángeles. Se supone que me estaba educando en casa pero...bueno...no pasó.

-Eso es irresponsable.

-Cierra la boca.

Betty levantó las cejas algo sorprendida.

-¿Siempre estás tan a la defensiva?

Jughead suspiró.

Sí.

-No estoy a la defensiva. No conoces mi vida.

Betty asintió. Él tenía razón. Más allá de que detestaba al chico, no tenía idea de como eran las cosas en la casa de Jughead. No tenia porqué opinar.

-¿Volvemos a las ecuaciones?

El pelinegro suspiró asintiendo.

-Muy bien. Te lo explicaré de otra forma.

Jughead, olvidando un poco que era Betty quien le estaba explicando el tema con el que luchaba desde que llegó, poco a poco lo entendió.

-¿Entonces? -Betty preguntó con un poco de entusiasmo-

-¿X es trece?

-¡Sí!

Jughead rió levemente.

-Te emocionan mucho las matemáticas.

-Me emociona que entiendas lo que intento hacer que entre en tu cabeza desde que empezamos.

Cierto. Idiota.

-Es justo. Es difícil enseñarme.

Betty hizo una mueca. Realmente no podía creerlo.

-¿Eres humilde, Jones?

-Solo acepto que esto no es lo mío.

-Podría ser lo tuyo si te lo hubieran enseñado cuando debían.

Jughead suspiró. Ella tenía razón.

-Papá tenía problemas con el alcohol. Por eso nunca me enseñó nada. Él...él iba a hacerlo pero no pudo.

-Oh.

Oh.

Eso era completamente opuesto a como Betty imaginaba la vida de Jughead y FP Jones.

-Eso es horrible.

Él asintió tomando su mochila.

- Nos vemos mañana, Cooper.

King of rock 'n rollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora