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Durante las siguientes dos semanas, Betty y Jughead se reunieron en el mismo salón a la hora del almuerzo.

Algunos días eran más profuctivos que otros, y algunos días Jughead era el engreído que todos conocían, mientras otros era un chico apagado, triste y algo angustiado.

Pero ese día había algo distinto.

-Y la parábola solo es...

Betty se detuvo. No podía seguir fingiendo que no veía como las lágrimas de Jughead caían en su jean azul.

-¿Estás bien?

No tuvo miedo de preguntar. Habían hablado bastante en las últimas semanas, y Jughead incluso se había animado a hablar con Betty sobre sus sentimientos.

-Papá me arrancó de lo único bueno que tuve. Se que lo hizo para que esté mejor, para que no vuelva a cometer los errores que cometí. Porque estaba preocupado. Pero no estoy bien aquí. No se si puedo estar bien en algún lado.

El solo recordar la mirada en los ojos azules mientras hablaba sobre su pasado hacía que Betty se derrumbe un poco, sintiendo algo peor que lástima por Jughead. Quería ayudarlo.

-Lo siento -dijo secando sus lágrimas- dios, que idiota.

Se secó las mejillas con dos fuertes movimientos y respiró con dureza.

No seas imbecil. No seas débil.

-¿Necesitas que paremos? Si quieres podemos dejarlo aquí por hoy.

Jughead suspiró aliviado.

-Sí. Lo siento.

-¿Quieres...? ¿Quieres hablar?

Él la miró por unos segundos. Por un momento, Betty no tenía en su rostro aquella mirada de superioridad que lo hacía querer matarla.

Todo lo contrario. Se veía preocupada por él.

-Algo sucedió en Los Ángeles. Algo horrible. Papá no solo me sacó de alla porque sí. Yo...

Respiró profundamente.

-No quiero hablar sobre lo que pasó. Pero no puedo dejar de pensar en eso. Y me...no lo sé. Me hace mal. Mamá no tiene idea y ni siquiera puedo hablar con ella ni con Jellybean, y se que tienen razón en querernos lejos, pero...

-Pero aún asi las necesitas.

-Sí -murmuró-

Betty suspiró.

-Deberías ir a terapia.

-Lo estoy haciendo. Pero...pero tengo miedo. Creo que no tengo arreglo -dijo mirando al suelo-

-No digas eso. No eres tan...

La rubia se oyó a ella misma a punto de decir una estupidez. Jughead Jones no era malo, pero no era bueno tampoco. No podía dejar que su empatia extrema la cege de la realidad. Jughead y FP dejaron a Jellybean tal como su padre la dejó a ella. Era igual.

Jughead suspiró.

-¿Lo ves? Ni siquiera puedes mentirme.

Betty lo miró por unos segundos pensando en lo que iba a decir.

-No eres tan malo como creí que eras. No mereces que te perdonen por las cosas que hiciste y la mayor parte del tiempo eres un engreido insoportable que solo necesita que le partan la cara de una cachetada.

-Gracias, ayudas mucho -dijo algo molesto-

-Pero aún así, no mereces las cosas que te pasaron. Y si en serio la estás pasando mal, quizá deberías hablar bien con alguien en quien puedas confiar. Te hará bien.

-Gracias -murmuró-

Era inservible. Él no tenía en quien confiar. Incluso su amigo de la infancia, Archie, no entendería.

Estaba solo.

Esa noche, Betty llegó a su trailer luego de trabajar algunas horas extra en Pop's. Su hermana la esperaba allí, sentada en el sofá con la nariz enrojecida y los ojos cansados. Un monton de pañuelos arrugados junto a ella.

-¿Aún tienes fiebre? -dijo acercándose a tocar su frente-

Polly asintió.

-Mamá te dejó pollo en la nevera. Yo ya cené. Creo que este es mi lecho de muerte -dijo dramáticamente-

-No bromees así. ¿Tomaste todo lo que el médico te dijo?

-Sí. Solo es gripe, Betty. Tranquila.

La menor suspiró.

-Estarás bien.

-Estaré bien.

La puerta del trailer sonó. Betty volteó para abrirla. Al hacerlo, vio a Jellybean, llorando desesperada.

-Oye, oye -dijo haciendola entrar, tomando su mano- tranquila.

La acompañó a sentarse en el sofá junto a Polly y le quitó el cabello del rostro. La rubia más pequeña intentaba decir algo.

-Mamá -sollozó-

-¿Qué pasó, JB?

-Él-él le hizo algo.

-¿La lastimó?

-Va a hacerlo -sollozó- va a hacerlo, quizo g-golpearme pero huí. Por favor, B-Betty. Ayuda.

-Tranquila -dijo tomando su teléfono-

Marcó el teléfono de Toni, nada. Sweet pea, nada. Recordó que los viernes eran sus noches de películas de terror,y mantenian sus telefonos lejos como una regla. Regla estúpida.

Betty pensó en a quien más podía llamar. Si tardaba mucho más ¿Quién sabe qué podría pasar?

Mierda, mierda, mierda.

Pensó mientras llamaba a Jughead.

-Hola? -dijo algo confundido-

-Necesitamos que vengan.

-¿Qué?

-Tú y tu padre. Necesitamos que vengan. Ahora, rápido.

-Pero-

-Dios, apurate o mañana voy a patearte en-

-Estoy en camino.

King of rock 'n rollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora