Capítulo 5

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Al día siguiente, el comisario recibió noticias del superintendente. Oficialmente había regresado a la isla, liberando a Freddy de sus obligaciones temporales. Sin embargo, aún tenía cosas importantes que hacer de índole personal, por lo que no regresaría a comisaría aún, pero pondría a alguien más a cargo mientras ponía todo en orden. Esa persona no sería Freddy, ya que Conway sabía a la perfección que Trucazo detestaba hacerse cargo de comisaría. Así que, ese mismo día, en un par de horas, llegaría Noah Holliday a tomar el puesto hasta nuevo aviso.

A Freddy, ese arreglo le venía de maravilla. Holliday era un policía más que competente, y ya había sido asignado como jefe adjunto en algunas ocasiones pasadas, lo que le aseguraba poder patrullar sin tener que preocuparse por tener que ayudarlo con algo.

Con eso en mente, abrió la radio, revisó las frecuencias y entró a Z-10, donde estaban Gustabo e Isidoro.

—Gustabiño, aquí Freddy desde tu frecuencia. ¿Estás disponible?

—Dime, Fre... ¡A la derecha, gilipollas!— Se escuchó una risa de fondo, que debía ser Navarro.—Perdón, es que Isidoro conduce con los pies. Dime, Freddy.

—Madre del amor hermoso...—suspiró el comisario—. Escucha, en eso de dos horas va a venir el Hollidays. Sé que lo conoces de antes y creo recordar que os llevabais bien.

¿Con Noah? Bueno, sí. No se caga encima.

—Bueno, quiero que seas su compañero mientras está en comisaría. Yo me quedo con Navarro.

Gustabo sabía que a partir de ese día tendría que buscarse la vida con otro compañero por la mitad de su turno, así que la noticia no lo tomó por sorpresa. Al menos, con este arreglo, no tendría que buscar binomio. Y sabía que Noah se manejaba lo suficientemente bien como para llevar la comisaría sin dejar de lado el trabajo de campo, lo que le aseguraba a Gustabo que no estaría encerrado en comisaría.

A Isidoro, por otro lado, le apetecía todo menos tener que pasar tiempo con el comisario.

—Dile que no—se quejó Navarro, al mismo tiempo que Gustabo abría la radio para decir:—10-4.

Ambos se miraron un momento. Sabían que Trucazo había oído la negativa del oficial.

—Es que eres inútil—le dice el rubio.

—Navarro, como no llevas mucho tiempo en esta comisaría, te lo voy a explicar. La opinión de un oficial de mierda como tú, yo me la paso por el forro de los huevos, ¿me entiendes?

Cuando Isidoro no contestó, Freddy volvió a hablar.

—¿Te quedó claro o no?

—Sí, sí. Clarísimo, jefe—responde el oficial.

Isidoro estaba tratando de aguantar una risa. No le hacía gracia que lo regañaran, pero sí el hecho de que tenía uno de los peores timings del mundo.

—Perfecto. Cuando yo pregunto algo, me respondes—pausó por unos segundos—. Nos vemos en comisaría para empezar el patrullaje.

—No puede ser que sean tan tonto—le dice Gustabo una vez que Freddy abandonó la frecuencia.

Finalmente, Navarro soltó una carcajada.

—Es que, tete, yo no quiero patrullar con ese. Me va a echar la bronca cada segundo. Tiene toda la pinta de ser aburrido y encima me la tiene jurada. Hay que ser tonto para no darse cuenta que le caigo mal.

—No, hombre. Trucazo es buen rollo. Sólo tienes que ganarte su confianza.

Isidoro lo miró incrédulo.—¿Buen rollo?

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora