Capítulo 6

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Con la mente puesta en las palabras de Gustabo y en su consejo de ganarse a Freddy, Isidoro estaba determinado en hacer que el comisario cambiase su opinión de él. Ya no sólo porque seguramente se lo encontraría en operativos futuros, sino porque el comisario le había informado que, hasta nuevo aviso y mientras Holliday estuviera como jefe adjunto, Freddy sería su compañero de patrullaje durante la mitad de su turno.

Ninguna persona está preparada para pasar cinco horas al día, hasta Dios sabrá cuando, encerrado en un vehículo con alguien que no parece soportarte.

No tenía pinta de que sería fácil, pero si lo logra, todo sería ganancia. Y si no lo logra, estarían tal cual como estaban ahora en el vehículo: en el silencio más incómodo que Isidoro haya vivido.

Al oficial nunca le ha gustado el silencio. Con otras personas tiene cosas de qué hablar, chistes que contar o experiencias que relatar. Con Freddy no había nada. Y el comisario tampoco parecía querer hablar con Isidoro.

Unos quince minutos después de que abandonaran el parking de comisaría, para alivio de Isidoro, su teléfono sonó. No llevaban ni una hora juntos e Isidoro ya estaba tan agotado que parecía que llevase horas con el gallego.

Lo llamaba Gabriela, o Chica 12, como la tenía agendada, quien vivía unos pisos debajo del apartamento donde se estaba quedando el oficial.

—Isidoro al aparato, ¿quieres pasar un buen rato?—contestó con un tono juguetón.

Ante la manera de responder, el comisario hizo una mueca de asco y sorpresa. Normalmente le hubiera echado la bronca por tener llamadas personales en horario laboral, pero dado que estaban en 10-33 y no en medio de un operativo, Freddy decidió ser un poco permisivo.

Isidoro, necesito tu ayuda...—su voz era un susurro pero sonaba agitada y algo asustada.

—¿Que pasa? ¿Estás bien?—Su tono inmediatamente toma seriedad que era tan impropia de él que Freddy empieza a poner atención.

Estoy bien...más o menos.—Un pequeño hipo indicaba que estaba llorando.—Hay dos tíos...entraron a robar. Tienen a mi jefe apuntándole con una pistola. Yo me escondí en la parte de atrás tan pronto escuché gente gritando. Me dijiste que era poli y pensé que podías ayudar...

Isidoro había puesto la llamada en altavoz tan pronto como Gabriela le dijo que habían tíos robando. Freddy no había dicho ni una palabra, escuchando todo con cuidado y dejando que el oficial manejara la situación.

—Vale, vale. Hiciste bien en llamarme. ¿Donde trabajas?

En...en el badu central.

Freddy dió un volantazo, tomando la ruta hasta el badulaque.

—¿Tenemos alguna alerta de robo en esa zona?—preguntó el comisario.

Isidoro revisó en la tablet pero no vio ninguna alerta desde o cerca del badulaque.

—Negativo—le dijo.

Los atracadores debieron inmovilizar al jefe del establecimiento antes de que pudiera pulsar el botón para enviar la alerta a la policía.

Volviendo a la llamada, Isidoro le dice a la chica:—Estamos en camino. Quédate donde estás y no salgas hasta que te llame para avisarte que todo es seguro.

Vale. Gracias, Isidoro.

Y cortó la llamada.

Para suerte de todos, excepto de los atracadores, el binomio no estaba lejos de la zona, y lograron llegar justo antes de que los ladrones salieran del badu.

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