Capítulo 11

84 22 11
                                    

La casa estaba bastante lejos de comisaría, un poco más allá de zona rica. Sólo de pensar en hacer ese recorrido todos los días para ir a comisaría ya le estaba dando pereza al peliblanco.

Cuando Isidoro y Freddy detuvieron el patrulla frente la propiedad que marcaba su destino en el GPS, ambos se miraron, atónitos.

—Pero, pavo, ¿tu abuela era narcotraficante o qué?

En medio de su sorpresa, Isidoro no sabía que decir, riéndose nerviosamente.

Chica 15 le había dicho que sería una mansión, pero Isidoro se había imaginado algo mucho menos llamativo, especialmente por la situación en la que estaba Isidoro, huyendo de su pasado y de una persona en específico.

No estaba seguro si esta mansión, en la cual fácilmente podían entrar diez apartamentos igual que el suyo y aún sobraría espacio, fuera precisamente un buen lugar para estar "perfil bajo."

—No lo sé, eh. La yaya siempre fue extraña y un poco loca.

—Pero para tener el dinero suficiente para comprarse algo así tenía que estar metida en negocios turbios o ser la puta reina de Inglaterra, me cago en Dios.

Freddy ni siquiera recordaba haber visto semejante mansión antes, y eso que se enorgullecía en conocer todos los rincones de la isla.

Al ver que un hombre se acercaba al portón de la casa, alzando un brazo para captar la atención de los policías, ambos bajaron del coche.

—¿Sr. Navarro?—preguntó el hombre intercambiando miradas entre Freddy e Isidoro.

—Soy yo, tete—le dijo el oficial.

El abogado estrechó la mano con Isidoro y luego le ofreció el mismo gesto a Freddy. Les abrió el portón para que pudieran meter el patrulla a la mansión, donde lo aparcaron cerca de la puerta. Finalmente, los invitó a entrar al lugar.

Isidoro creyó que les daría un recorrido guiado, pero el abogado simplemente los llevó hasta una sala inmensa, donde estaba su maletín y una pila de papeles. Lo que siguió fue una retahíla de información que Isidoro no se esperaba. Papeleo, papeleo, firma, firma, y otro poco más de papeleo.

Isidoro no quería ni pensar en cómo había hecho Chica 15 para que todo ese proceso fuera legal. O tan legal como puede llegar a ser entregar una herencia de una abuela que nunca existió. Pero no podía decir que estaba sorprendido; 15 tenía muchos contactos en muchas partes y era una mujer recursiva. Si quería o necesitaba que algo ilícito pasara por legal, lo haría. Le daba hasta un poco de curiosidad saber si el abogado tenía idea del negocio turbio en el que estaba metido.

Mientras el peliblanco se dedicaba a fingir que estaba entendiendo una palabra de lo que decía Connor, Freddy aprovechó para pasearse por la casa.

Decir que la mansión era increíble era quedarse corto.

Todas las habitaciones en las que entró estaban perfectamente amobladas y listas para usar. Había una barra, un estante de licores finos, y máquinas de la mejor calidad y modelo del mercado. Una tele honestamente monumental cubría una de las paredes de la sala donde estaba Isidoro, acompañada de un sistema de sonido que debía sonar como un mismísimo cine.

A Freddy le hubiera encantado tener acceso a todos esos licores. Pagaría por poder quedarse en el sofá, con música de ambiente, mientras se tomaba un buen vino y miraba por los ventanales de la sala.

O usar ese estudio de tan buen gusto que había visto en un extremo de pasillo. Era diez veces mejor que su despacho en comisaría. Si tuviera que llenar informes, definitivamente preferiría hacerlo en esa habitación.

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora