Capítulo 19

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El día siguiente, Isidoro se lo tomó libre. Había hablado en la noche con Gabriela y quedaron para salir por la tarde. Necesitaba alejarse por un día de comisaría y de Freddy, quién seguro seguía en el mismo mal humor y patrullando con la misma pelirroja que, por algún motivo, no le agradaba nada al oficial.

En su Womanizer, pasó por Gabriela al edificio donde solía vivir.

Había invitado a la pelinegra a una cita con el pretexto de que la extrañaba, pero tenía la esperanza de que, al haber pasado con ella toda la noche, Gabriela tuviera alguna idea de si hubo una pelea entre él y Freddy que explicara la actitud del comisario.

Cuando se bajó del coche para saludar a Gabriela, la chica lo recibió con un beso en la boca.

Por un momento, lo tomó por sorpresa. Se sentía un poco mal debido a que Gabriela parecía estar genuinamente interesada en él, mientras que él sólo la había invitado a salir para tratar de descubrir que pasó con Freddy y poder arreglar las cosas con él.

Cortó el beso rápido y le sonrió un poco.

—¿Cómo estás, mi niña?

—Mejor ahora que te veo—le dice sonriendo.

Isidoro le abre la puerta del coche, como todo un caballero. Después de todo, si quería información, tenía que tratar bien a su informante.

No había planeado nada especial ni muy elaborado, por lo que la pareja terminó yendo al Uwu Café. Tan pronto llegaron, Isidoro habló con la dueña del Uwu, Yumalai, y realizó un pedido para la pareja. Luego, guió a Gabriela hasta una mesa cerca de una ventana.

—¿La pasaste bien el otro día?—le preguntó Isidoro cuando se sentaron.

La pelinegra sonrió. —Mira que tenía mis dudas por lo de estar con tus jefes y eso, pero lo pasé muy bien. Sobretodo cerca del final—dice con tono sugerente.

Isidoro imaginaba que se refería a los besos que se dieron en la discoteca o a la noche que pasaron juntos en su mansión. Probablemente la segunda.

Imitando su sonrisa, Isidoro le dice:—Ya. Yo también lo pasé muy bien, aunque haya pasado lo que pasó con Trucazo.

Miró a Gabriela con esperanzas de ver reconocimiento o algo por el estilo. Esperaba que la chica supiera algo sobre el supuesto conflicto o problema.

Ante la mención del comisario, Gabriela frunció el ceño. Era el único mal recuerdo de la noche.

—Ese era el pelinegro con mala cara, ¿no?

La voz de la chica reflejaba el fastidio que sentía. No sólo sintió toda la noche que debía competir con el gallego, sino que ahora que volvía a ver a Isidoro, el tema de conversación rápidamente se centraba en él.

—Ese mismo.

—¿Y qué pasó con él? ¿Tuvieron algún discusión o algo?

Tratando de ocultar su decepción ante la pregunta, Isidoro suspiró. —Al parecer, teta. No recuerdo mucho qué pasó luego de que nos besaramos en la barra, pero Trucazo está enojado conmigo y no me quiere decir nada.

Gabriela suelta un suspiro corto. No le sorprendía nada, especialmente luego de lo posesivo que se comportó el pelinegro al final de la noche.

—Bueno, no me sorprende—le dijo al oficial.

En ese momento, un camarero llega con lo que le había pedido a Yuma. Gabriela le agradeció y empezó a tomar un sorbo de su cappuccino.

—¿A qué te refieres?—le pregunta Isidoro.

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