Capítulo 7

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Ese día, luego de ser suspendido, Isidoro dejó todo en su taquilla y se fue andando hasta su apartamento. De camino a casa, hizo una parada en una tienda de celulares para reemplazar el que Freddy había lanzado por la ventana del patrulla. Por lo menos, fue capaz de recuperar toda información que tenía guardada en la nube, así que no hubo pérdidas importantes.

El resto de la tarde la pasó de un humor extraño. Era como si no tuviera energías para mantener su lado alegre y juguetón, razón por la cual se negó a salir de casa o contestar los mensajes o llamadas que llegaban a su móvil.

Había cometido un error de novatos, nada más y nada menos que en presencia de alguien que solo necesitaba un excusa para sacarlo del cuerpo de policías. No podía creer que había sido tan tonto como para bajar su guardia cerca de Trucazo.

En horas de la noche, mientras veía la tele sin realmente ver la tele, con los pensamientos aún puestos en los acontecimientos de la tarde, su teléfono sonó. Por pura fuerza de costumbre, Isidoro miró el nombre de quién llamaba aunque no tenía planeado contestarle a nadie.

Al ver el nombre "Chica 15" brillando en la pantalla, saltó del sofá donde estaba y apagó el televisor. Lo pensó un poco antes de contestar, sintiendo nervios e incluso algo de miedo invadiendo su cuerpo, pero sabía que debía tomar la llamada.

—¿Sí?—contestó sin sus usuales rimas.

Sr. Navarro—dijo una voz femenina, con un poco de dulzura, a modo de saludo—. Espero que le esté gustando la isla.

—No me puedo quejar...—Cada vez más inquieto, Isidoro se aclaró la garganta antes de continuar:—¿Por qué me llamas tan pronto? ¿Ha pasado algo con...?—deja la pregunta al aire, sabiendo que ella entendería a quien se refería.

Nada de eso. Mi hermano aún no tiene idea de su paradero, si es lo que le preocupa—ante la reafirmación, el oficial soltó un suspiro, aliviado. Al escucharlo, la mujer al otro lado de la línea se rió suavemente—. No tiene que estar tan nervioso. Tenga un poco de fé en mí. Le dije que haría todo lo posible por entorpecer la investigación de mi hermano, y estoy cumpliendo mi palabra.

Isidoro se pasó una mano por la cara. Aunque le había confirmado que estaba, de momento, fuera del radar de esa persona, ambos sabían que era cuestión de tiempo hasta que lo encontrara y viniera a por él.

—Bien. Te lo agradezco.—Ambos pasaron unos segundos en silencio.—Pero si no es para darme malas noticias, ¿por qué me llamas? Habíamos acordado mantener las llamadas al mínimo.

—¿No puede una mujer simplemente llamar a un hombre atractivo en horas de la noche?—preguntó, y aunque su tono era igual de dulce que cuando lo saludó por primera vez, el peliblanco podía notar la burla detrás de sus palabras.

—No eres precisamente mi tipo, lo siento.

Ella se rió.—Muy bien, Sr. Navarro. En realidad lo llamaba para darle buenas noticias. O al menos espero que usted lo tome como una buena noticia.

Isidoro guardó silencio, dándole espacio a que continuara.

—Le dije que me encargaría de darle una buena vida en Los Santos. Me aseguré de que viajara en un jet privado, le di una buena suma de dinero para empezar de cero, y hasta moví influencias para que tuviera un puesto en la policía de manera rápida y sin preguntas. No puedo tenerlo viviendo en un apartamento tan cutre, pequeño y prácticamente sin muebles...

Isidoro no le había informado en ningún momento sobre el estado de su vivienda pero no le sorprendía que lo supiera. Era enteramente posible que la mujer tuviera gente en la isla vigilando sus movimientos. No sabía si ese pensamiento le parecía reconfortante o tenebroso.

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora