Capítulo 15

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Noah regresó a la zona VIP, sentándose al lado de Freddy. Cuando dejó la mesa, el comisario tenía los ojos puestos en Isidoro, y ahora que regresa, Freddy seguía con la mirada clavada en la pareja que se besuqueaba cerca de la barra.

Holliday no tenía ni idea de qué pasaba entre el comisario e Isidoro, y tampoco entendía qué motivos tenía Trucazo para vigilarlo durante toda la noche. Decían llevarse mal, pero luego había momentos en los cuales parecía que lo que de verdad querían era meterse en una cama juntos. El comportamiento de ambos durante la noche había sido, cuanto menos, extraño. Entre miraditas, acercamientos y susurros, Noah ya no sabía qué pensar. Sin embargo, también era cierto que nada de eso era de su incumbencia. Siempre que su dinámica no se volviera un obstáculo para hacer su trabajo, no se involucraría entre ellos.

-Creo que va siendo hora de irnos, ¿no?-dice Noah, siguiendo la línea de visión del comisario.

Justo ahora, Freddy tenía cara de querer matar a alguien. Y presentía que ese alguien sería la pelinegra que se frotaba contra Isidoro. Así que Noah, en su sano juicio, decidió que lo mejor sería poner fin a la noche. De igual forma, solo quedaba una hora hasta el cierre de la discoteca, y tanto él como Freddy tenían turno por la mañana.

-Ya va siendo hora, sí-afirmó el comisario.

Más que descansar, Freddy solo pensaba en que así podrían poner fin al espectáculo de besos que tenía la pareja, que ya estaba fastidiandolo a niveles inimaginables.

-Voy a avisarle a los tortolitos. ¿Te puedes encargar de buscar a García y Casanova?-le dice el castaño en un intento de que el comisario desconectara de lo que ya parecía una obsesión.

-No te preocupes. Ya me encargo yo de Isidoro y de la pava esa-asegura Freddy.

Mirándolo con desconfianza, Holliday pregunta:-¿Estás seguro?

Noah no creía que fuera lo mejor, pero el comisario se levanta sin decir nada, dirigiéndose hacia donde estaban el oficial y su cita. Trucazo estaba más que feliz de tener una excusa para separar a la pareja por fin.

Suspirando y pidiéndole al cielo que nadie armara una escena, Holliday también se levantó, comenzando su búsqueda de los otros dos policías.

Isidoro vió a Freddy dirigirse hacia ellos y se le aceleró el pulso, la presión en sus pantalones aumentando. Sin dejar de besarla, sus manos aprietan la cintura de la pelinegra, pegándola aún más a su cuerpo y disfrutando la sensación de fricción. Su mente le gritaba que ahora era el momento de hacerle a Freddy todo lo que le había estado haciendo a Gabriela.

Cuando el comisario estuvo frente a la pareja, Isidoro separa su boca de la de Gabriela y se relame los labios, usando la poca cordura y sobriedad que le quedaba para no lanzarse en los brazos del pelinegro.

-¿Que pasa, Freddy?-pregunta el peliblanco, mirándolo como si lo retara a algo. En la voz, por la forma en que arrastraba las palabras, se le notaba que estaba más borracho que nunca.

Al escuchar a Isidoro hablar, Gabriela gira la cabeza, mirando con recelo al comisario.

Freddy ignoró por completo la mirada asesina que le mandaba la chica, poniendo una mano en el hombro de esta, apretando con fuerza, y separándola del oficial. La pelinegra soltó un quejido de dolor, sumado a unos insultos que, para su suerte, Trucazo no escuchó entre la música.

Isidoro miró el intercambio, incapaz de resistir una sonrisa de satisfacción. No estaba seguro si el gallego estaba celoso, pero eso parecía. Y a Isidoro le gustaba esa idea. Quería pensar en que esta era la manera que tenía el pelinegro de reclamarlo.

Los ojos del comisario miraron al peliblanco de arriba a abajo, lentamente. Se tomó su dulce tiempo recorriendo el cuerpo del oficial con la mirada, deteniéndose en su entrepierna, que traicionaba su excitación, y en su cara, completamente ruborizada por todo lo que había hecho. Sus labios en especial se veían rojos de tanto besar a la pelinegra, y sus ojos estaban cegados por el deseo. Cuando miraba a Freddy, era como si le rogara que lo tocara.

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