Tal y como Freddy esperaba, dormir había sido complicado esa noche. Sin importar cuanto lo intentara, su mente parecía empeñada en pensar en Isidoro. En cómo Trucazo había desperdiciado tres días estando enojado por algo que ni siquiera era culpa del oficial. Tres días en los que pudieron hablar las cosas.
Freddy había decidido aquella noche que lo mejor era actuar como que nada había pasado. Luego de que Isidoro realmente olvidara todo, Trucazo solo tenía el anhelo de que lo recordara. Que lo volviera a mirar como si su mundo entero fuera él. Que le volviera a pedir besos, a demandar placer. Había sido un lado adictivo de Isidoro el que vió en esa mansión, y al igual que una droga, Freddy quería más y más.
En esos días, hablarlo parecía una opción no viable. El comisario realmente pensaba que Isidoro no le creería, aún si le contaba la verdad. Y muy en el fondo, tal vez, solo tal vez, le daba un poco miedo enfrentar un rechazo del oficial. Que le dijera que todo había sido un error de borrachos. Por eso quería que Isidoro recordara por sus propios medios.
Ahora, sin embargo, todo eso parecía tontería.
A la mañana, cuando recibió un mensaje de Gustabo informándole que Vanessa le había contactado para decirle que Isidoro estaba mejor y que podía recibir visitas ese día, Freddy decidió que si el oficial volvía a preguntarle por el motivo de su enojo, le contaría todo. También era enteramente viable que Isidoro no volviera a tocar el tema, con la vehemencia con la cual Freddy le había dicho que no le diría nada. Pero si el peliblanco quería hablar, Trucazo estaba dispuesto a tragarse su orgullo y contarle todo, sin importar la respuesta que recibiera.
Quedó con Gustabo en visitar al oficial antes de empezar a trabajar. Ambos tenían la mañana libre por haber trabajado hasta tarde la noche anterior. Para horas de la madrugada, los incendios cesaron, y en lo que iba de la mañana, no había saltado ninguna alarma, por lo que Holliday les indicó que descansaran. Cuando llegara el mediodía, tendrían que volver a comisaría, y Freddy debería hacerse cargo de todo mientras Noah se iba a descansar. La ausensia del superintendente se hacía más y más obvia en esos momentos. A Freddy no le gustaba nada hacerse cargo de la malla, pero hasta que Conway cortara sus vacaciones repentinas, no había nada que hacer.
Se encontró con el rubio a las afueras del hospital.
—Vanessa me dijo que está despierto por ahora, pero es posible que se duerma pronto—dice Gustabo tan pronto Freddy se acerca—. Algo sobre los medicamentos causándole somnolencia.
—Igual tenemos que regresar a comisaría en un rato—contesta el gallego, pasando de largo y entrando al lugar.
En comparación con el día anterior, el hospital parecía mucho más calmado. Los heridos por los incendios ya habían sido tratados y dados de alta; aquellos con peores heridas en algunas de las salas y habitaciones del lugar.
Los policías no se detuvieron a hablar con nadie, siguiendo su camino directo hasta la habitación donde habían visto a Isidoro luego de su cirugía.
Tan pronto como entraron, notaron que, al igual que antes, la sala estaba bañada en una suave oscuridad. Las cortinas hacían lo que podían contra el fuerte sol al otro lado de la ventana, pero la falta de luz era evidente. Lo siguiente que notaron fue al peliblanco, ahora sentado, mientras comía de un plato frente a él.
Por un momento, nadie dijo nada.
Los ojos del ofical y del comisario se encontraron, mirándose fijamente por lo que pareció ser una eternidad. Freddy sintió un alivio extremo al verlo despierto. Aunque aún sentía esa pequeña incomodidad en el pecho al verlo lleno de heridas, al menos ahora podía verlo consciente. Por un momento, tuvo un fuerte impulso de ir hasta su lado y abrazarlo, comprobar que realmente estaba bien, sentir su calor corporal y la suavidad de su piel. Recordó cómo se sintió su mano entrelazada con la de Isidoro y quiso volver a hacerlo. Pero Freddy no tenía ese tipo de confianza con Isidoro, no tenía motivos ni razones para darle ese tipo de muestras de afecto. Ese deseo lo dejó confundido, por lo que frunció el ceño.
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Bloom
RomanceLuego de verse envuelto en un escándalo en su antigua comisaría, Isidoro pide su traslado a Los Santos, lo más lejos posible de su antigua vida que tanto dolor le trae. Para evitar aún más daño y para proteger la identidad de quien lo ayudó a huir...