El día siguiente se desarrolló de una manera similar.
Para empezar, Freddy seguía dándole vueltas a la situación en su cabeza. No lograba entender por qué parecía afectarle tanto la idea de que Isidoro no recordara la noche que pasaron juntos. Tal vez, todo se reducía a la idea del arbol caído en el bosque. Si un árbol se cae en medio de un bosque pero no hay nadie para escucharlo caer, ¿realmente hizo algún ruido? El filosófico concepto de que nada podía existir realmente si no había nadie para observar esa existencia. Así se sentía Freddy. Si Isidoro no recordaba lo que habían hecho, entonces era como si nunca hubiera pasado. Pero entonces, ¿qué hacia Trucazo con sus recuerdo? ¿Con la vívida memoria de la calidez corporal de Isidoro bajo sus manos?
Y luego estaba el hecho de que Isidoro, en su día a día, era alguien completamente diferente al Isidoro que tuvo sentado encima de él, rogándole por un beso. Todo eso agregaba a la sensación de extrañeza en el cerebro de Freddy. Y por cómo actuaba el peliblanco ante la mera mención de estar con un hombre, Trucazo no veía el sentido en contarte lo que realmente había pasado esa noche. Era probable que el oficial no creyera ni una palabra de la boca de Freddy; seguramente pensaría que era una broma de mal gusto para verlo alterado, tal como cuando lo molestaron en comisaría, diciéndole pasiva y que haría buena pareja con Filadelfo.
Asi que, detestaba la sensación de ser el único que recordaba lo que habían hecho, pero tampoco veía como viable la posibilidad de contarle a su compañero la verdad. Obviamente, ese dilema tenía al comisario en un humar bastante desagradable.
Para cuando empezó su turno, unos minutos antes que Isidoro, se conectó a la frecuencia de Gustabo, informándole al rubio que tendría que ser el binomio del peliblanco todo el día.
—¿Seguro? Creí que querías tenerle un ojo encima—viene la respuesta del rubio.
—Estoy seguro, pavo. No estoy de humor hoy. Tenerlo de compañero hará más daño que bien.
—¿Es por lo de la fiesta?
—En parte—admite el gallego—. Necesito pensar las cosas.
—Vale, vale. Yo me quedo con él. Pero tienen que resolver sus mierdas, Freddy.
Suspirando, el comisario responde:—Ya lo sé, neno. Estoy trabajando en ello.
Dejando la frecuencia en que estaba Gustabo, Freddy se coloca en binomio con la misma pelirroja que lo acompañó el día anterior, informándole que volvería a patrullar juntos.
A pesar de su inclinación a favorecer a las pelirrojas, Freddy no era tan hormonal e inmaduro como para intentar ligarse a la Chiquitiñi. Principalmente, porque era compañera de trabajo, y contrario a lo que podía parecer gracias a Isidoro, Freddy no se llevaba a la cama a gente del trabajo. Aunque era cierto que daba gusto verla, y su forma de ser tan tranquila le ayudaba a calmar un poco los nervios.
Normalmente, hubiera cumplido lo que le había dicho al peliblanco el día anterior y se hubiera ido en union, pero eso sólo serviría para seguir pensando en él, en la noche que compartieron. Salir con Chiquitiñi era su mejor opción. Y el día anterior había probado ser una compañera efectiva para mantener en control el rio constante de pensamientos.
También, con intenciones de distraerse, había estado molestando un poco a sus subordinados. Cada vez que algún policía prestaba 10-32 a una alerta a la que acudía Freddy y su binomio, el comisario les hacía apostar que se tenían que tinturar el cabello o cambiarse el corte si perdían visual de los atracadores.
Fueron las múltiples visitas al peluquero la tarde anterior lo que lo mantuvieron distraido, y ahora necesitaba lo mismo. Seguiría así hasta el momento en que tomara una decisión sobre su situación con Isidoro. O la falta de situación, si se ponía técnico.
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Bloom
RomansaLuego de verse envuelto en un escándalo en su antigua comisaría, Isidoro pide su traslado a Los Santos, lo más lejos posible de su antigua vida que tanto dolor le trae. Para evitar aún más daño y para proteger la identidad de quien lo ayudó a huir...