Capitulo 64

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El antro estaba lleno de luces neón y el sonido vibrante de la música electrónica llenaba el aire. La pista de baile estaba abarrotada de gente moviéndose al ritmo de la música. Pizzuto, Lainez, Vigon, Ángulo, André y yo estábamos en el centro del bullicio, disfrutando de la noche una última celebración antes del final de la temporada.

Pizzuto y yo nos miramos durante un momento y, sin mediar palabra, compartimos un beso rápido pero intenso al final de cuenta soltera y libre ya era. Lainez se me acercó y, sin pensarlo mucho, también me besó, en un gesto juguetón. Vigon, no queriendo quedarse atrás, se unió a los besos, seguido de Ángulo, quien, con una sonrisa traviesa, también plantó un beso en mis labios. Finalmente, André, con un aire de desafío, hizo lo mismo, cerrando el círculo de besos.

—Pero que esta pasando—grita Ángulo y yo no puedo evitar reírme.

Narrador omnisciente.

Sebastián, al borde de la pista, observó la escena con los puños apretados. Cada beso que Naylen recibía era como una punzada en su corazón. Aunque sabía que su relación con Naylen había terminado hacía unos meses atras, no podía evitar sentir un profundo desagrado al ver cómo todos sus amigos disfrutaban de su compañía de una forma tan íntima.

Se obligó a apartar la vista, intentando no dejar que su frustración y celos se desbordaran. Sabía que no tenía derecho a reclamar nada, su relación con Naylen había terminado, y ella era libre de hacer lo que quisiera. Sin embargo, el dolor de verla tan cercana a los futbolistas le resultaba difícil de soportar.

La noche continuó con risas y abrazos entre los amigos, pero Sebastián se alejó un poco, buscando refugio en una esquina del antro, donde la música ya no era tan atronadora. Se preguntó cuánto tiempo le tomaría superar esta sensación de incomodidad y cuánto podría seguir soportando ver a Naylen en esos momentos tan cercanos con otros.

En el fondo, sabía que era algo que debía enfrentar solo, sin la posibilidad de reclamar o reprochar. Y mientras observaba a Naylen divertirse con sus amigos, se dio cuenta de que la noche, para él, había cambiado.

Vigon se acercó a Sebastián con paso decidido. Al verlo, Sebastián frunció el ceño, su malestar evidente.

—¿Qué te pasa? —preguntó Vigon, tratando de calmar a su amigo—No te pongas así.

—No puedo creer que hayas besado a Naylen —respondió Sebastián, con un tono de reproche—. ¿Cómo pudiste hacerlo?

Vigon, sin inmutarse, le respondió:

—Tranquilo, Sebastián. No es el fin del mundo.

—¿Cómo puedes decir eso? —exclamó Sebastián—¿Cómo puedes besar a alguien que está tan cerca de mí?

Vigon le dio una mirada comprensiva y dijo.

—Mira, si no hubieras sido infiel, nada de esto estaría pasando, además ya pareces una nena llorando.

Las palabras de Vigon cayeron como una bofetada en el silencio que se había hecho entre ellos. Sebastián, sintiéndose herido y sin respuesta, quedó inmovilizado mientras Vigon se alejaba, dejándole con sus pensamientos y emociones a solas.

Naylen, con una sonrisa juguetona en el rostro, se acercó a Vigon. La música envolvía el ambiente con un ritmo seductor. Sin previo aviso, se colocó frente a él y comenzó a moverse al compás de la melodía, atrayéndolo a un abrazo cercano.

Vigon, sorprendido al principio, se dejó llevar por la energía de la noche. Los cuerpos se movían al ritmo de la música, y Naylen parecía disfrutar cada momento. A pesar de la proximidad, había una chispa de complicidad en el aire.

Die For You 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora