73-El amor verdadero

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*Lara*

-Mamá, ¿el bebé nos escucha desde la barriga?-me preguntó Martina mientras le hacía las coletas.

-Si amor-le dije y ella asintió mientras seguía mirándose en el espejo.

-Pues bebé tienes que ser chico-le exigió a mi barriga justo cuando Pablo y Samu entraban por la puerta y ambos se quedaban mirando la escena mientras los tres soltabamos una carcajada.

-¿Y eso porque? ¿No quieres una hermanita?-Le pregunté y ella negó.

-Pues yo quiero otra hermanita mamá, no quiero que sea chico-dijo Samu serio y Pablo y yo nos miramos sin saber muy bien que decir.

-¿Por qué?-le preguntó Pablo y él se encogió de hombros más que serio.

-No quiero un niño y ya está-zanjó saliendo del baño.

Gavi y yo nos miramos sin esperarnos esa reacción por parte de Samu, y Martina también se quedó algo cortada.

-Bueno...si el tete se enfada así...que sea chica-volvió a decirle ella a la barriga dejando un beso en ella antes de salir del baño.

-¿Qué le habrá pasado a Samu?-me preguntó Pablo y yo me encogi de hombros-voy a hablar con el...-me dijo y yo cogí su brazo parándolo.

-Déjame a mi amor, porfi-le pedí y el asintió.

Se fue a buscar a Martina, porque justo nos estábamos arreglando para ir al ginecólogo y seguramente hoy podríamos saber el sexo del bebé después de cuatro largos meses.

Meses que por cierto habían sido estupendos. Por primera vez en mi vida estaba viviendo un embarazo bonito.

Mis niños se pasaban el día cuidándome como su padre les pedía cada vez que salía de casa y cuando él regresaba todo era mucho mejor. Si de por sí Pablo era cariñoso y atento estos meses todo eso se había multiplicado, no se separaba de mi y mi barriguita o de nuestros niños.

Ni siquiera podía abrir la boca para decir algo cuando él ya se había encargado de comprármelo o prepararme lo que se me antojase de comer. Estaba disfrutando de esto como el que más y se le notaba toda la ilusión y el brillo de sus ojos como nunca y yo también estaba disfrutando muchísimo de este embarazo.

Samu estaba en el porche de casa de brazos cruzados y tenía un balón en los pies mientras jugaba a pasárselo de un lado a otro serio, sin expresión.

Mi pequeño hombrecillo tenía ya casi siete años y aunque no fuese hijo de Gavi se notaba que lo había criado él, porque tenía el mismo carácter muchas veces.

-Mi amor, ¿qué ha pasado ahí dentro?-le pregunté sentandome junto a él.

El me miró apenado durante unos segundos y después suspiro mientras negaba mirando el balón.

-No es nada mamá, déjalo-me dijo y yo me preocupe aun más, samu era un niño muy risueño a pesar de todo lo que nos había tocado vivir y no sabía que le podía preocupar tanto.

-sabes que puedes contarme lo que sea, mamá siempre va a estar aquí para ti mi cielo-le dije abrazándole, y fue lo suficiente para que él se abrazase a mi soltando su primer sollozo que me dejó impactada.

El se abrazó a mi rompiendo el llanto.

-No quiero que sea niño-sollozó aún más fuerte y mi corazón se encogió de verle así.

-Cariño pero...¿porqué?-le pregunté besando su cabecita para tranquilizarle.

El levantó la cabeza para mirarme y cuando fui a secar sus lágrimas habló.

MARCAS DE GUERRA-PABLO GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora