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Era una tarde de otoño cuando Feli decidió refugiarse en su café favorito, una pequeña esquina del barrio que solía visitar con Victoria. Al entrar, el aroma del café recién hecho y el suave murmullo de las conversaciones la envolvieron como un abrigo cálido. Sin embargo, ese calor no pudo ahogar la sensación de nostalgia que la acompañaba. Tres años de amor, risas y secretos, que habían terminado de manera abrupta por diferencias que parecían insuperables. Feli se acomodó en una mesa junto a la ventana, observando cómo las hojas caían lentamente.
Mientras tomaba su café, sacó el teléfono y revisó las notificaciones. Su nueva pareja, Lucas, había enviado un mensaje lleno de emojis y planes para la noche. Pero al leerlo, la incomodidad se instaló en su pecho. Cada vez que Lucas sonreía o decía algo gracioso, la risa le sonaba familiar, un eco de la voz de Victoria que nunca se había ido del todo. Intentó concentrarse en el café, pero su mente divagaba hacia los momentos felices que había compartido con su exnovia.
En otro rincón de la ciudad, Victoria disfrutaba de una noche en un bar con su nueva pareja, Carla. La música vibrante y las luces brillantes la hacían sentir viva, pero había un vacío que ninguna otra persona podía llenar. Carla era encantadora y divertida, pero cada vez que se reía, un torrente de recuerdos la inundaba. Las risas compartidas, las discusiones acaloradas y las promesas de estar siempre juntas volvían a su mente. Se preguntaba si había tomado la decisión correcta al dejar a Feli.
Un fin de semana, ambas decidieron asistir a un festival de música, un evento que había sido su tradición durante años. Feli fue arrastrada por sus amigos, pero su mente seguía en otro lugar. Mientras disfrutaba de la música, de repente, se encontró mirando al escenario. Allí estaba Victoria, con su cabello rojo cobrizo brillando bajo las luces. A su lado, Carla la abrazaba, pero Feli solo podía fijar su mirada en la sonrisa de Victoria. El mundo se detuvo por un instante.
Victoria, sintiendo que alguien la miraba, se volvió y se encontró con los ojos de Feli. El contacto visual la golpeó con fuerza. En ese momento, todos los recuerdos inundaron su mente: las risas compartidas, las confidencias a medianoche, las promesas de siempre estar juntas. Era como si el tiempo no hubiera pasado. Ambas sintieron una conexión intensa, como si los años de separación no existieran.