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El reloj marcaba las tres de la mañana cuando Feli, con los sentidos al máximo, aguardaba fuera del Museo Nacional de Arte. El viento fresco de la madrugada azotaba su rostro, despejando cualquier rastro de cansancio que pudiera sentir. Esta era la noche. La información había sido clara: "Luna Roja", la ladrona de arte más buscada en los últimos años, planeaba un golpe. Después de semanas siguiéndole la pista, hoy sería el día en que finalmente la atraparía.Como agente de la Interpol, Feli había lidiado con criminales de todo tipo, pero había algo en esta ladrona que la tenía intrigada, como una sensación familiar que la atormentaba cada vez que revisaba los archivos. No era solo la precisión en cada robo o la impecabilidad de su ejecución; había algo en la forma en que "Luna Roja" planeaba sus golpes que removía emociones que Feli prefería mantener enterradas.
Tomó aire profundamente y entró en el museo, que parecía un laberinto de sombras y pasillos infinitos. Los informes indicaban que la obra más valiosa, un cuadro renacentista único, sería el objetivo esta noche. Con su pistola en mano y la linterna encendida, Feli avanzaba en silencio, sus pasos amortiguados por la alfombra del museo.
—Voy hacia la sala principal—susurró al auricular.
De repente, el sonido de algo metálico chocando contra el suelo la hizo girar en alerta. Ahí estaba, una figura encapuchada moviéndose entre las sombras. "Luna Roja". Feli sintió el corazón en la garganta mientras su adrenalina se disparaba. Sin pensarlo, comenzó la persecución.
—¡Alto! —gritó mientras corría tras la silueta oscura.
La ladrona, ágil y rápida, desaparecía entre las esculturas y cuadros, girando en los pasillos con una gracia impresionante. Feli no iba a dejar que se escapara esta vez. Aceleró el paso, siguiéndola sin perderla de vista, hasta que finalmente, la arrinconó en una sala iluminada por la tenue luz de una lámpara de seguridad. Delante de ellas, un inmenso cuadro renacentista decoraba la pared.
—Se acabó. —La voz de Feli temblaba entre la ira y la confusión. Había llegado el momento de desenmascarar a la ladrona.
Con movimientos lentos, casi calculados, la figura encapuchada se quitó la máscara.
Victoria.
Feli sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Ahí estaba, de pie frente an ella, su exnovia, la mujer que había desaparecido de su vida hacía tres años sin dejar rastro. Su cabello rojo caía en suaves ondas sobre sus hombros, brillando bajo la tenue luz, y sus ojos azules la miraban con una mezcla de desafío y... algo más. Nostalgia, quizá.