⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺
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Era una noche fresca en Buenos Aires, el 2 de octubre. Feli estaba nerviosa, caminando de un lado a otro en su pequeño departamento, esperando el mensaje de Victoria, mejor conocida como Young Miko, la artista puertorriqueña que había revolucionado la escena musical. Feli la había conocido meses atrás en un after party, después de un concierto increíble que Victoria dio en Argentina. Lo que comenzó como la típica relación entre una fan y su ídola, rápidamente se transformó en algo mucho más íntimo y secreto. Victoria tenía novia, Jimena, pero Feli había aceptado ser su amante, algo que al principio le pareció emocionante pero que, con el tiempo, se volvió asfixiante.
Cinco meses habían pasado desde que Feli aceptó ser la otra, la amante en las sombras. Pero hoy, con su cumpleaños acercándose, sentía que ya no podía más. Mañana cumpliría 26 años, y Victoria no había dado ninguna señal de recordarlo.
De repente, el teléfono de Victoria sonó. Era Jimena, su novia, quien la llamaba para recordarle que ya era hora de que volviera a casa. Feli, que estaba a punto de hablar y plantear la conversación que había estado ensayando por semanas, se quedó en silencio cuando vio a Victoria levantarse.
—Ya me voy —dijo Victoria despreocupada, guardando su celular en el bolsillo.
Feli, con la frustración creciendo dentro de ella, intentó detenerla con la mirada, pero Victoria no lo notó o no quiso notarlo. Sin más, salió por la puerta, dejando a Feli con la palabra en la boca.
Al día siguiente, 3 de octubre...
Feli pasó el día esperando. Era su cumpleaños, y aunque sabía que no debía ilusionarse, en el fondo esperaba, aunque fuera, una llamada o un mensaje de Victoria. Pero el día transcurrió en silencio. Las horas pasaban, y la ausencia de Victoria era un recordatorio doloroso de su lugar en la vida de la cantante.
Esa noche, cuando ya el día casi terminaba, la puerta del departamento de Feli se abrió. Era Victoria. Entró sin decir nada, con una sonrisa despreocupada y los labios rojos listos para besarla. Se acercó directamente a Feli y, sin una palabra, la abrazó y empezó a besarla apasionadamente, como si el tiempo que habían pasado separadas no importara.
Feli, sin embargo, la detuvo, apoyando sus manos en el pecho de Victoria.
—Victoria, para —dijo Feli, con la voz temblorosa.