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——Narra Feli——
Siempre supe que tener inseguridades no era algo raro. Todos, en algún momento, dudamos de nosotros mismos. Lo que nunca imaginé fue que esas inseguridades se volvieran una sombra que me persiguiera todos los días. Desde niña, me he sentido incómoda con mi cuerpo, con la forma en que hablo, con cómo me veo. Siempre sentí que, por más que intentara, nunca era suficiente. Pero todo eso se volvió más intenso cuando empecé a salir con Victoria.
No me malinterpreten. Amo a Vic con todo mi ser. Ella me hace sentir cosas que jamás pensé que pudiera sentir por alguien. Es mi refugio, mi paz. Sin embargo, ser la novia de una cantante famosa como Young Miko no es fácil, y no hablo de las giras o de los eventos. Lo difícil son los comentarios. Siempre me comparan. "¿Quién es ella?" o "Su ex era más bonita." Al principio, intentaba ignorarlos. Pensaba que no importaba lo que dijeran, que lo que Vic y yo teníamos era lo único real. Pero con el tiempo, cada palabra se fue clavando en mí como una espina.
La ex de Victoria... una modelo. Perfecta. Impecable. Y aquí estoy yo, una simple DJ. Claro, tengo buen gusto musical y no voy a negar que me esfuerzo por verme bien. Sé que mi cuerpo es atractivo, o al menos eso me dicen mis amigos. Pero cuando estás constantemente bajo el microscopio de miles de personas, todo lo que creías seguro comienza a tambalearse.
Empecé a obsesionarme con mi imagen. Dejé de comer bien. Me miraba al espejo y no veía a la Feli que mis amigos decían que era hermosa. Solo veía a alguien que no era suficiente para estar con alguien como Victoria. Y aunque ella siempre me decía lo mucho que me amaba, mi mente se aferraba a esos comentarios crueles que leía en las redes.
Comencé a hacer demasiado ejercicio, como si el esfuerzo físico pudiera borrar la inseguridad que sentía por dentro. Me levantaba temprano, corría kilómetros y luego pasaba horas en el gimnasio. Al principio, me sentía bien, fuerte. Pero pronto mi cuerpo comenzó a pasar factura. Ya no tenía energía, y aun así, seguía. Dejé de comer lo que necesitaba y, poco a poco, me fui debilitando.
Hoy es uno de esos días. Apenas he comido cinco uvas en todo el día, pero mi mente me dice que estoy bien, que puedo seguir. Estoy con el corillo en el dojo, y aunque todos están riendo y disfrutando, yo me siento fuera de lugar. Siempre he sentido que soy el "patito feo" del grupo, aunque ellos jamás me lo han hecho sentir. Pero es difícil no compararse cuando estás rodeada de personas tan increíbles como Mariana, Mauro, Bona y Jonu.