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Las luces de neón pintaban todo el ambiente con tonos azules y rosas, proyectándose en las paredes del club y destellando sobre los cuerpos que se movían al ritmo de la música. El bullicio de las conversaciones, las risas, el sonido de los hielos en los vasos, y la música pulsante eran el telón de fondo para un mundo donde las personas se perdían cada noche.
Entre la multitud, Feli era la estrella indiscutible. Su cabello castaño oscuro, liso y brillante, caía sobre sus hombros mientras sus movimientos en el tubo capturaban la atención de todos los presentes. Cada paso, cada giro y cada deslizar de su cuerpo era una coreografía precisa y sensual, una danza que dejaba a todos hipnotizados. Pero lo que más resaltaba de ella no era solo su belleza, sino la confianza tranquila que irradiaba en cada uno de sus movimientos.
Sentada en la barra, Victoria la observaba con la misma mirada que siempre había tenido desde la primera vez que la vio en el tubo. Había algo en Feli que la fascinaba desde el inicio, y aunque al principio había intentado mantenerse distante, esa barrera se había desvanecido rápidamente. Ahora, la amistad entre ellas era algo que Victoria valoraba más de lo que podía expresar con palabras.
Cada noche que iba al club, no lo hacía solo por el espectáculo, sino por la compañía de Feli. Las charlas que tenían después de los shows se habían convertido en la mejor parte de su día. Entre tragos y risas, habían compartido secretos, bromas y momentos de vulnerabilidad que ninguna de las dos hubiera imaginado.
Esa noche no fue la excepción. Feli terminó su presentación, se despidió con una sonrisa coqueta de la multitud que la aplaudía, y se dirigió hacia la barra, donde Victoria ya la esperaba con dos copas en la mano.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó Victoria con una sonrisa, extendiéndole una de las copas.
Feli se dejó caer en el asiento a su lado, tomando la copa sin dudar.
—Igual que siempre, nena. Un montón de ojos mirándome como si fuera el último vaso de agua en un desierto. —Soltó una carcajada, pero había una pequeña fatiga en su tono que Victoria no dejó pasar.
—Ya sabes cómo es... Ellos vienen por el show, pero yo me quedo por la conversación —respondió Victoria, intentando encender un poco el ánimo de Feli.
Feli sonrió ante ese comentario. Aunque su vida en el club le daba cierta independencia y le permitía hacer lo que le gustaba, también era agotador. Sabía que muchos la veían solo como una fantasía, una figura inalcanzable que podían observar, pero nunca tocar. Sin embargo, con Victoria, todo era diferente. Desde el primer día, la conexión había sido especial. No la miraba con ese deseo superficial. Había algo más, algo genuino en cada palabra, en cada mirada. Por eso, a pesar de que tenía la opción de irse a casa tras cada show, siempre prefería quedarse un rato más con ella.