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Todo empezó mucho antes de lo que me atrevo a admitir. Victoria y yo llevábamos años juntas, pero había algo que siempre supe que quería, algo que siempre soñé: un bebé. La idea de tener una familia propia me hacía feliz, y aunque intenté plantearlo en varias ocasiones, siempre obtenía la misma respuesta de ella.—Yo no quiero ser mamá —me decía con seguridad, sin ni siquiera dudarlo.
A veces me pregunto si esa frase no fue la que empezó a desgastarnos, a rompernos poco a poco. Intenté hacerme la fuerte, hacerme creer que podía vivir con eso, que no necesitaba más que a ella. Pero con el tiempo, ese deseo de ser mamá, de formar una familia, se fue volviendo una sombra cada vez más grande entre nosotras.
Y luego estaba el trabajo. Victoria estaba fuera de casa todo el tiempo, ocupada con su carrera, conciertos, entrevistas. Llegaba tarde, a veces ni llegaba, y aunque yo trataba de comprenderlo, de apoyarla, la verdad es que me sentía cada vez más sola.
Un día, después de una discusión que no fue muy diferente a otras tantas que habíamos tenido, decidimos terminar. No fue una ruptura explosiva, más bien fue el resultado de años de resentimientos y palabras no dichas.
—Esto ya no está funcionando —me dijo con frialdad, y yo, como una idiota, solo asentí.
Al principio pensé que tal vez me haría bien tener algo de espacio, pero la realidad fue mucho más cruel. Las semanas pasaron, y cada vez que llegaba a casa, el vacío que ella había dejado se sentía como un agujero en mi pecho. La cama estaba demasiado grande, el silencio era ensordecedor.
Intenté seguir con mi vida, me aferré a mi trabajo, a mis amigos, pero nada funcionaba. Y entonces, un día, mientras revisaba Instagram, vi la publicación que lo cambió todo.
Victoria, la misma mujer que me había dicho mil veces que no quería ser mamá, anunciaba con una sonrisa radiante que iba a tener un bebé.
Mi corazón se detuvo por un momento. Sentí como si alguien me hubiera arrancado el suelo bajo los pies. No pude evitar escribirle.
*"Felicidades por ser mamá. Por tener un bebé que antes me decías que nunca querías tener."*
Lo escribí casi sin pensar, con el dolor clavado en el pecho, como si esas palabras fueran lo único que podía soltar en ese momento. Pero no me esperaba la reacción que eso desataría. Los fans de Victoria no tardaron en lanzarse sobre mí, como lobos hambrientos. Me decían de todo: que era una celosa, que no había superado nuestra ruptura, que solo estaba intentando arruinar su felicidad.