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Era una mañana tranquila, el sol apenas asomaba por las ventanas, pero Victoria ya estaba despierta. Estaba nerviosa, pero también emocionada. Hoy iba a hacerle a Feli una broma que había planeado durante semanas. Sabía que se estaba arriesgando mucho, pero al final todo terminaría bien... o al menos eso esperaba. Mientras miraba a Feli dormir plácidamente, una sonrisa traviesa se formó en sus labios. Hoy iba a ser el día.
Se levantó sigilosamente, tratando de no despertar a Feli. Bajó a la cocina y preparó un café. Tenía todo planeado: las "pruebas" de embarazo falsas, las capturas de pantalla editadas con el supuesto amante, y la historia que había elaborado en su cabeza para que fuera lo más convincente posible. Sabía que estaba caminando sobre terreno peligroso, pero confiaba en que al final, Feli lo entendería y se reirían juntas.
Feli despertó unos minutos después, estirándose en la cama y notando la ausencia de Victoria a su lado. Se levantó y bajó, encontrándola en la cocina con el café listo.
—Buen día, hermosa —dijo Feli con una sonrisa, acercándose para darle un beso.
—Buen día, baby —respondió Victoria, intentando sonar relajada, pero por dentro su corazón latía rápido. Sabía que lo que estaba a punto de hacer cambiaría completamente el tono de la mañana.
Feli tomó su taza de café y se sentó frente a ella, notando que Victoria parecía estar un poco tensa.
—¿Estás bien? —preguntó, inclinando la cabeza con curiosidad.
Victoria tomó aire, fingiendo un suspiro profundo, y la miró con una expresión seria, como si estuviera preparando su confesión.
—Hay algo de lo que tenemos que hablar... —dijo en un tono grave, bajando la mirada como si estuviera llena de culpa.
Feli se enderezó de inmediato, su corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras. Nunca era bueno cuando alguien decía "tenemos que hablar". La taza de café en sus manos de repente se sintió más pesada.