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La noche estaba en su punto más profundo. Victoria y Feli se encontraban en lados opuestos del país, pero la distancia solo hacía que su deseo creciera. Después de una intensa jornada de mensajes y fotos, ninguna de las dos podía soportar más. Los textos no bastaban, necesitaban verse, sentir el calor que la pantalla prometía pero no entregaba del todo.
Victoria se acomodó en la cama de su habitación de hotel, la luz suave del cuarto apenas iluminando su rostro. Tomó el teléfono con manos temblorosas y marcó a Feli, ansiosa por escuchar su voz, pero también por más. Feli respondió al primer tono.
~LAMADA CON VIC💖- (11:15 pm)
—Hola, mi vida —la voz de Feli llegó como un susurro, su tono teñido de la misma urgencia que Victoria sentía.
Victoria cerró los ojos, dejando que el sonido acariciara cada fibra de su ser. —Hola, nena —respondió Victoria, su voz baja y cargada de emoción—.
Necesito verte... no puedo más. Hubo un momento de silencio en la línea, un silencio cargado de posibilidades, hasta que Feli habló.
—Yo también, Vic... —dijo con un tono que denotaba el mismo deseo—. Quiero sentir que estás aquí, aunque sea a través de la pantalla.
Victoria respiró hondo, sabía a dónde se dirigían, y su cuerpo respondió ante la expectativa.
-¿Podemos hacer videollamada? — preguntó Victoria, su voz temblando ligeramente—. Quiero verte... quiero que me muestres todo.
Feli sintió el calor subiendo por su piel. No era la primera vez que lo hacían, pero cada ocasión tenía su magia, esa mezcla de nervios y deseo que la hacía sentir viva.
-Claro, Vic... -respondió, tragando saliva—. Pero quiero que me prometas algo.
-Lo que quieras, nena —contestó Victoria al instante, ansiosa por continuar.
-Prometeme que, aunque sea a traves de esta pantalla, me vas a hacer sentir como solo vos sabés —Feli susurró, su voz impregnada de deseo y vulnerabilidad.
Victoria sintió un escalofrío recorrer su columna. La intensidad en las palabras de Feli la hizo estremecer.
—Te lo prometo —dijo con voz ronca—. Te voy a hacer sentir como nunca.
