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Feli había puesto su corazón en el regalo para Victoria. Desde el momento en que supo que le había tocado como "amigo secreto," comenzó a planear cómo hacer algo especial. No tenía dinero para comprar un regalo caro, y aunque intentó pensar en todas las opciones, siempre volvía a la misma conclusión: debía crear algo con sus propias manos. Y fue así como decidió hacer un ramo de tulipanes de papel y colocarle un llavero de gatito en el centro, un detalle simple pero cargado de cariño.
Los días previos al intercambio fueron agotadores para Feli. Después de cada largo día en la escuela, se iba directo a trabajar como mesera para ganar algo de dinero. Al terminar su turno, llegaba a la casa de su familia temporal, donde aún la esperaban varias responsabilidades. Antes de dedicarse a su pequeño proyecto de artesanía, tenía que preparar algo de comer, hacer su tarea y acomodar su habitación. Solo entonces, cuando todos ya dormían y el silencio llenaba la casa, podía sacar sus materiales y trabajar en el regalo para Victoria.
Noche tras noche, se amanecía creando cada tulipán con una dedicación infinita, doblando el papel con cuidado, formando pétalo por pétalo. A veces, su cuerpo agotado le pedía descanso, pero ella no se permitía parar. La imagen de Victoria recibiendo su ramo la motivaba a continuar, aun cuando las ojeras comenzaban a notarse en su rostro.
Llegó el día del intercambio, y Feli apenas había dormido. Se sentía nerviosa, pero también emocionada. Aun así, cuando llegó al salón y vio las lujosas bolsas de regalo que todos traían, sintió que su pequeño ramo y el llavero de gatito eran demasiado humildes. Sin embargo, sabía que era lo mejor que podía hacer, y aunque intentó convencerse de que eso era suficiente, las dudas seguían invadiendo su mente.
Cuando llegó su turno de entregar el regalo, se levantó con el ramo en sus manos, tratando de mantener la cabeza en alto. Caminó hasta donde estaba Victoria, sintiéndose pequeña e insegura entre los murmullos de sus compañeros, quienes ya se preparaban para burlarse. Victoria tomó la bolsita con una sonrisa, y Feli trató de sostener su mirada, aunque sentía que su corazón latía tan fuerte que podría escucharse.
Victoria abrió la bolsita y sacó el ramo de tulipanes de papel y el llavero de gatito. Por un momento, sus ojos brillaron, pero antes de que pudiera decir algo, las risas comenzaron a resonar en el salón.
—¿Qué es esto? —dijo una voz burlona entre risas—. ¡En el papel decía más de 50 dólares, no un montón de papel!
—Qué fue, ¿tus papás no tienen dinero...? Ah, cierto, ¡ni siquiera tienes!
