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Era una mañana soleada en una pequeña escuela primaria de un barrio en Estados Unidos. Victoria, o Miko como le gustaba que la llamaran, estaba sentada en su pupitre, distraída mientras jugaba con un lápiz entre los dedos. El bullicio de los otros estudiantes llenaba el salón cuando la puerta se abrió y entró la profesora, seguida de una chica nueva.
— Clase, les presento a una nueva compañera —anunció la maestra—. Su nombre es Fellip, y acaba de mudarse aquí desde Argentina.
Fellip, o Feli como le gustaba que la llamaran, caminó tímidamente hacia el frente de la clase. Su cabello castaño claro se movía con suavidad mientras sus ojos claros miraban de reojo a sus nuevos compañeros. Sentía un nudo en el estómago al notar cómo todos la observaban con curiosidad. Los murmullos empezaron a crecer, pero ninguno de los otros niños se acercó a ella.
— Siéntate aquí, Feli —dijo la profesora, señalando un asiento vacío al lado de Victoria.
Victoria observó a Feli con curiosidad. No era común que llegaran estudiantes nuevos a la escuela, y mucho menos alguien que parecía tan diferente al resto. Aunque no lo demostrara, sentía una especie de emoción extraña por conocer a alguien nuevo.
La clase continuó, y la profesora empezó a explicar la tarea de inglés. Victoria entendía todo sin problemas, ya que había crecido hablando inglés en casa. Sin embargo, cuando miró de reojo a Feli, notó que ella fruncía el ceño, mirando las hojas con confusión.
Feli intentó pedir ayuda. Primero, se inclinó hacia un compañero cercano.
— ¿Me puedes explicar esto? —le dijo en español, con la esperanza de que entendiera.
El niño solo la miró extrañado, como si Feli hablara en otro idioma, lo que, en efecto, era el caso. Los demás a su alrededor tampoco parecían interesados en ayudarla.
Victoria observaba en silencio desde su asiento, sintiendo un pequeño tirón en el pecho. Sabía lo que era sentirse fuera de lugar, aunque nunca lo había experimentado en esa medida. Cuando la campana del recreo sonó, los niños comenzaron a salir del aula, pero Feli se quedó quieta en su asiento, mirando su tarea con frustración.
