₄₉El invierno tiene ojos

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Envaina tu espada ahora mismo y quizás perdone tu atrevimiento

Quiso decirle, advertirle, pero aquella noche, durante el banquete del Salón Principal, Robb no estuvo presente

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Quiso decirle, advertirle, pero aquella noche, durante el banquete del Salón Principal, Robb no estuvo presente. Hizo que le llevaran la cena a sus habitaciones para tomarla con Lord Rickard, el Gran Jon y otros señores vasallos, con intención de ultimar los planes para la larga marcha que los esperaba. A Bran le correspondía ocupar su puesto en la cabecera de la mesa, y actuar como anfitrión para los hijos de Lord Karstark y sus honorables amigos. Ya estaban todos en sus sitios cuando Hodor entró con Bran en la espalda y se arrodilló ante el asiento más elevado.

Dos criados lo sacaron de la cesta. Bran sentía los ojos de todos los desconocidos clavados en él. Se había hecho un gran silencio.

—Mis señores —anunció Hallis Mollen— Brandon Stark, de Winterfell.

—Les doy la bienvenida junto a nuestros hogares encendidos —dijo, con rigidez- y les ofrezco pan e hidromiel en nombre de nuestra amistad.

Harrion Karstark, el mayor de los hijos de Lord Rickard, hizo una reverencia, y sus hermanos lo imitaron. Pero, a medida que se iban sentando, oyó por encima del estrépito de las copas que los dos más jóvenes hacían comentarios. ... antes la muerte que vivir así, dijo uno, el que se llamaba igual que su padre, Eddard. Y su hermano Torrhen le respondió que probablemente el chico estaba tan roto por dentro como por fuera, y tenía miedo de quitarse la vida.

Roto, pensó Bran con amargura. Agarró el cuchillo por fuerza. ¿Eso era? ¿Bran el Roto?

—No quiero estar roto —susurró furioso al maestre Luwin, sentado a su derecha— Quiero ser caballero.

—A veces a los de nuestra orden nos llaman caballeros del pensamiento —replicó— Eres un muchacho muy inteligente cuando quieres, Bran. ¿Has pensado alguna vez que podrías lucir una cadena de maestre? Aprenderías infinidad de cosas.

—Quiero aprender magia —dijo— El cuervo me prometió que volaría.

—Puedo enseñarte historia —dijo Luwin con un suspiro— curación, las propiedades de las hierbas... Puedo enseñarte el lenguaje de los pájaros, y a construir un castillo, y a guiarte por las estrellas como hacen los marineros con sus barcos. Puedo enseñarte a medir los días y a marcar las estaciones, y en la Ciudadela de Antigua aprenderías mil cosas más. Pero no, Bran. Nadie te puede enseñar magia.

—Los niños sí podrían —replicó— Los niños del bosque, incluso los Nidhögg —entonces recordó la promesa que había hecho a Osha en el bosque de dioses, y se lo contó todo a Luwin.

—Me parece que esa salvaje cuenta cuentos mejor que la Vieja Tata —dijo el maestre cuando Bran hubo terminado, después de escucharlo con educación— Si quieres volveré a hablar con ella, pero será mejor que no molestes a tu hermano con esas tonterías. Tiene muchas preocupaciones, no le hace ninguna falta pensar en dragones blancos y hombres muertos que rondan por ahí. Los que tienen a tu padre son los Lannister, Bran, no los Nidhögg. —Le puso una mano en el brazo con gesto amable— Piensa en lo que te he dicho, muchacho.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora