₅₁Etiqueta salvaje

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¿Es que les tienes miedo, arrodillado?

El salón principal de Winterfell estaba iluminado por los primeros rayos del amanecer, y la mesa larga, cubierta de platos y jarras, se llenaba con los lores de las casas del Norte

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El salón principal de Winterfell estaba iluminado por los primeros rayos del amanecer, y la mesa larga, cubierta de platos y jarras, se llenaba con los lores de las casas del Norte. Conversaban entre sí en tonos bajos, mientras algunos devoraban sus desayunos. Yennefer estaba sentada en el extremo de la mesa, observando con cierta indiferencia el panorama.

Su entrada y la de Toregg no había pasado desapercibida. Ella se había mostrado elegante y cortés mientras que el muchacho no se había molestado en mantener ningún tipo de etiqueta. Con la misma salvaje despreocupación con la que los de su pueblo vivían, el joven había tomado asiento y pese a las clases de etiqueta, comía como si el protocolo no existiera. Mordía grandes trozos de carne, arrancándolos con los dientes, sin molestarse en utilizar ningún utensilio, y con las mangas de su túnica todavía manchadas de tierra.

Yennefer sentía los vistazos furtivos y las miradas más prolongadas; aunque algunos lo ocultaban mejor que otros, casi todos los grandes señores estaban estudiándolos. Yennefer seguía manteniendo su compostura habitual y dando cucharadas al caldo como por obligación, sin tocar ningún otro plato. Levantó su mano y con un gesto elegante de su mano, una sirvienta se acercó de inmediato.

—¿La chica? —preguntó ella, su tono apenas un susurro afilado— Aelirenn, ¿dónde está?

La sirvienta tragó saliva antes de responder.

—Está en su habitación, señora.

—Hmph. —Yennefer levantó una ceja, dirigiendo una rápida mirada hacia Toregg. La visión del muchacho la hizo suspirar, exasperada. Giró su atención hacia la sirvienta una vez más, pero esta vez su voz sonó más autoritaria cuando dijo:— Hazle saber que la esperan en el salón.

La sirvienta vaciló antes de responder.

—Sí, milady —dijo, apenas alzando la voz—. Pero ella mencionó que no iba a bajar sin su traje. Las sirvientas han hecho un trabajo duro para quitarle el polvo del viaje, y aún están trabajando para secarlo rápido.

La respuesta provocó que Yennefer frunciera el ceño. La irritación se acumuló en su pecho y antes de que pudiera contenerse, se levantó de golpe, silenciando el murmullo del salón. 

—Yo misma la haré bajar —murmuró, mientras comenzaba a avanzar hacia la puerta. Al pasar por detrás de Toregg, que se encontraba disfrutando de una pata de pollo con una despreocupación casi ofensiva, Yennefer no pudo evitar lanzar una advertencia.—Y tú, no hagas enojar a nadie —dijo con tono despectivo pero firme.

El muchacho alzó la vista, masticando lentamente, y solo asintió con la cabeza. Cuando Yennefer salió del salón, una voz resonó detrás de ella, deteniéndola en seco. Se dio la vuelta en un remolino de rizos negros para ver a Robb Stark trotar hacia ella.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora