₈El camino del trono

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Eir Nidhögg, ¿sabes quién era? También era una Targaryen. Y eso no les impidió hacer lo que hicieron

—Por lo que me cuenta Varys, los espías son mucho más útiles que los cadáveres —replicó Robert—

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—Por lo que me cuenta Varys, los espías son mucho más útiles que los cadáveres —replicó Robert—. Dejando aparte a Jorah, ¿qué opinas de este informe?

—Daenerys Targaryen ha contraído matrimonio con un señor dothraki de los caballos. ¿Y qué? ¿Quieres que le enviemos un regalo de boda?

—Puede, un cuchillo —dijo el rey con el ceño fruncido—. Uno bien afilado, y un hombre valiente que lo empuñe.

Ned no se molestó en fingir sorpresa; el odio que Robert sentía hacia los Targaryen rozaba la locura. Recordó las frases airadas que habían intercambiado cuando Tywin Lannister entregó a Robert como obsequio y muestra de lealtad los cadáveres de la esposa y los hijos de Rhaegar. Ned lo consideró un asesinato; Robert dijo que aquello era la guerra.

—Para mí no son bebés, son cachorros de dragón que escupen fuego —replicó el nuevo rey cuando alegó que el príncipe y la princesa no eran más que bebés. Ni siquiera Jon Arryn fue capaz de aplacar aquella tormenta. Eddard Stark había partido aquel mismo día, invadido por una rabia gélida, para participar en las últimas batallas de la guerra, que estaban teniendo lugar en el sur. Hizo falta otra muerte para reconciliarlos, la de Lyanna, y el dolor que compartieron por su pérdida.

—No es más que una niña, Alteza. —Ned había aprendido y contuvo su temperamento—. Tú no eres Tywin Lannister, no asesinas a inocentes.

Corría el rumor de que la hijita de Rhaegar había gritado y llorado cuando la sacaron a rastras de debajo de la cama y vio las espadas. El niño no era más que un bebé, pero los soldados de Lord Tywin lo arrancaron del pecho de su madre y le estrellaron la cabeza contra la pared.

—¿Y cuánto tiempo seguirá siendo inocente? —la boca de Robert era una línea dura—. Esa niña no tardará en abrirse de piernas y empezará a parir cachorros de dragón para que me persigan.

—De todos modos —insistió—, asesinar niños sería una vileza... sería abominable...

—¿Abominable? —rugió el rey—. Lo que hizo Aerys con tu hermano Brandon fue abominable. La manera en que murió tu padre fue abominable. Y Rhaegar... ¿Cuántas veces crees que violó a tu hermana? ¿Cuántos cientos de veces? —gritaba tanto que su caballo relinchó nervioso. El rey tiró de las riendas con fuerza para calmar al animal, y señaló a Ned con el dedo—. Acabaré con todo Targaryen que se me ponga por delante, hasta que estén tan extinguidos como sus dragones, y luego mearé sobre sus tumbas.

Ned sabía que no debía llevar la contraria al rey cuando lo dominaba la ira. Si los años no habían aplacado su sed de venganza, no había palabras que pudieran hacerlo.

—De todos modos a ésta no la tienes delante —dijo con voz calmada.

—No, malditos sean los dioses, un mercader pentoshi de quesos la puso a salvo junto con su hermano en sus tierras y los rodeó de eunucos de gorros puntiagudos, y ahora los ha entregado a los dothrakis. Debí matarlos a los dos hace años, habría sido sencillo, pero Jon era igual que tú. Idiota de mí que le hice caso.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora