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Estás condenada al Norte. Condenada a mí

Geralt se levantaba de la mesa con la excusa de que quería seguir en contacto con las driadas

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Geralt se levantaba de la mesa con la excusa de que quería seguir en contacto con las driadas. Kryo lo miró un momento. La parte que Octavia veía del rostro de Kryo estaba pálida y tensa.

—Te preocupas por él —dijo Octavia.

Kryo se hundió en su silla, una posición del todo indigna de una reina.

—Geralt... Geralt tiene rachas de mal humor.

—¿No quiere que lo ayudes?

—Prefiere hacerlo solo.

—¿Y no hay nadie que lo ayude?

—Seguramente los haría pedazos por desobedecer la orden de no acercarse.

—¿Tan necio es?

Kryo estudió el aguamiel que tenía en la copa.

—No tanto como tú—bromeó, y ambas rieron.

—No tanto como tú—bromeó, y ambas rieron

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Caía la nieve, espesa e incesante. Ya le llegaba a las rodillas mientras apuntaba con el arco, tirando de la cuerda más y más hacia atrás hasta que le tembló el brazo. Detrás de ella acechaba una sombra... No, no acechaba, acompañaba. Como si esperara, como si la desafiara a disparar esa flecha.

No... no, no quería hacerlo, no...

Pero no controlaba los dedos, no los controlaba, y seguía mirándola cuando disparó.

Un disparo..., un disparo directo.

Una pluma de sangre que salpicaba la nieve, un golpe pesado, como el de un cuerpo al caer, un suspiro del viento. No.

Esta vez, no era un ciervo el que cayó en la nieve, no, era una muchacha, menuda y con el cabello oscuro.

No..., no era una muchacha. Era un cuervo, con la cara pálida y bien afeitado. Kryo parpadeó y entonces... entonces vio que tenía las manos tibias y pegajosas de sangre. Oscura, si, solo un color.. Después el cuerpo del cuervo estaba rojo, humeando en el aire frío. No, no el cuervo, era la muchacha y era roja..., su sangre..., la que Kryo sostenía entre las manos y... 

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora