La casa Nidhögg es una estirpe tan antigua como los mismos hijos del bosque. Estos primeros hombres, cuyos nombres resuenan en las leyendas susurradas por las nanas durante las noches de insomnio, libraron una eterna batalla contra los amos de drago...
༺Los salvajes y los cuervos han peleado durante siglos. No va a cambiar el perro con respecto al gato༻
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El Salón Rojo era una carpa enorme, revestida de rojo intenso. En el interior, grandes tachos de fuego ardían en cada extremo y en el centro, proporcionando calor y luz tenue a la estancia. El ambiente estaba lleno de voces murmurantes y el olor tentador de la comida cocinándose sobre las llamas.
Kryo fue recibida por numerosas miradas curiosas que la siguieron mientras se dirigía hacia donde Athenas y Geralt desayunaban. Era una mesa apartada, pero aún asi, llena de salvajes. Mientras avanzaba, un hombre descuidado chocó su hombro al pasar junto a ella. Kryo lo fulminó con la mirada. Ni siquiera se había percatado de que casi había pasado por encima de ella. La voz del hombre resonó claramente en el bullicio del salón.
—La lechera está embarazada, creo que quería hacerlo él mismo, pero yo me la monté antes. —comentó el hombre a su compañero. Kryo arrugó su nariz, sorprendida por el comentario inapropiado que había escuchado.— Me voy a las Tres Campanas. ¿Te vienes? —El muchacho que iba con él, se volteo. La miró un largo momento y luego respondió:
—Tengo que hablar con mi padre.
El primer salvaje salió por la entrada de atrás, al tiempo que el muchacho se sentaba en la mesa apartada. No quitaba sus ojos de ella; y Kryo tampoco lo hacía.
—Veo que sigues en esa carpa —dijo Geralt en Valyrio, cuando Kryo llegó a su lado. La muchacha rompió la guerra de miradas con el muchacho salvaje y se sentó pesadamente— ¿Era la muchacha del bardo la que he visto salir esta mañana?
—¿Mnnn? —Kryo lo miró, perdida. Geralt parecía acompañado por una docena de salvajes, pero Kryo sabía que no era así.
—Supongo que si —dijo Athenas en Valyrio, respondiendo por la joven de cabello blanco.
—Quería que te unieras a su rebelión, ¿no? —inquirió Geralt.
—Sí.
—Si será...
—¡Geralt! —Athenas se escandalizó.
—¿Y para qué cree que nos trajeron? ¿Para ofrecerles nuestras espadas? —Geralt se refería a prestarle juramento, cosa que había ocurrido. No con toda la ceremonia pero... Kryo se había convertido en segunda de Octavia...
—Quiero ver a uno de los rehenes —dijo un salvaje en su lengua, golpeando amistosamente al muchacho que había estado mirando a Kryo, en la espalda— así que he venido a pedir permiso.
—Los rehenes... —el muchacho chasqueó los dedos para que una de las salvajes de la otra mesa le trajeran una bebida—. Los rehenes de mierda. He tenido que construir nuevas jaulas para alojarlos. ¿Y quién paga por eso?