₄₇Un nombre de guerra

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En el mundo civilizado, el respeto te mantiene vivo... o el desprecio te condena

Estaban ocultas entre un claro en el bosque, iluminadas solamente por una fogata que hábilmente había encendido la joven comandante

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Estaban ocultas entre un claro en el bosque, iluminadas solamente por una fogata que hábilmente había encendido la joven comandante.

—¿Vas a querer enseñarme? —tiró un palito seco a las llamas del fuego— ¿O tú también vas a querer llevarme a Asshai? Porque no iré si es...

—Entonces me iré sola —dijo Yennefer, desatando los cordeles de las enjalmas—. Y te prometo que no voy a echarte de menos. Ya te he dicho que solo te educaré si lo quieres. Y puedo hacerlo a dónde vayamos.

—¿Cuánto tiempo vas a edu... enseñarme?

—Tanto como quieras. —se agachó, abrió el hato, sacó de ella una vieja bolsa de cuero, un cinturón, dos botas de piel cosida y una pequeña damajuana de barro rodeada de mimbre. Kryo escuchó cómo maldecía en voz baja, riéndose al mismo tiempo, vio cómo guardaba el hallazgo de vuelta en la enjalma. Se imaginó a quién pertenecían. Quién las había dejado allí.

—¿Qué significa tanto como quiera? —preguntó de pie junto a Asenas. Se había dedicado a limpiar con un trapo los restos de sangre y barro de la dragona, que había devorado un alce con una rapidez que aún la sorprendía. Asenas estaba tranquila, su cuerpo macizo y escamoso brillaba bajo la luz de la fogata, mientras sus enormes fauces exhalaban un suave vapor que se desvanecía en el aire frío.— Si me aburro o no me gustan esas lecciones...

—Entonces dejaremos de darlas. Basta con que me lo digas. O me lo muestres.

—¿Mostrar? —inquirió, tranquila. El trabajo de limpiar a Asenas era meticuloso, pero también la calmaba.— ¿Cómo?

—Si nos decidiéramos por la educación, exigiré absoluta obediencia. Repito: absoluta. Así que si estás harta de las lecciones basta con que muestres desobediencia. Entonces, inmediatamente, se acabarán las lecciones. ¿Está claro?

Kryo meneó la cabeza, lanzó una rápida mirada con sus ojos de hielo a la hechicera.

—En segundo lugar —continuó mientras se dedicaba a sacar la comida de las enjalmas— voy a exigir absoluta sinceridad. No debes esconderme nada. Nada. Si sientes que estás harta, basta con que comiences a mentir, fingir, simular o cerrarte en ti misma. Si te pregunto algo y no me respondes sinceramente, esto significará el fin de las lecciones. ¿Me has entendido?

Se suponía que ella no debía doblegarse ante nadie, y mucho menos ante alguien que exigía tan absolutamente. Sin embargo...

—Sí —rezongó.— Y esta... sinceridad... ¿va a funcionar en las dos direcciones? ¿Voy a poder hacerte preguntas a ti?

Yennefer la miró y su boca se deformó extrañamente.

—Por supuesto —respondió al cabo de un rato— Se entiende por sí mismo. En eso se basan las lecciones y la tutela que tengo intenciones de desplegar sobre ti. La sinceridad funciona en las dos direcciones. Puedes hacerme preguntas. En cualquier momento. Y yo responderé a ellas. Con sinceridad.

¹Reyes del Norte•GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora