La casa Nidhögg es una estirpe tan antigua como los mismos hijos del bosque. Estos primeros hombres, cuyos nombres resuenan en las leyendas susurradas por las nanas durante las noches de insomnio, libraron una eterna batalla contra los amos de drago...
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-Kryo -susurró alguien. En un principio pensó que era Geralt, pero luego sus ojos advirtieron la cabellera oscura de Octavia, su rostro estaba lleno de sangre. Pegajosa, y roja, cubría una buena parte de la pintura negra, y apenas podía ver la tuerquita que tenía entre las cejas. Sus labios se movían para ella, pero el sonido nunca llegó. Sus oídos pitaban ocultando cualquier otro sonido detrás de ello. Octavia estaba agachada sobre ella- ¡Kryo! -lo único que llegaba a escuchar era su nombre entre la nubosidad en su cabeza.
Kryo parpadeó, intentando enfocar su mirada y sus pensamientos. Recordó el nombre que su madre había querido darle. Aelirenn. Ese nombre resonaba en su mente, un eco de algo antiguo y poderoso, un legado que apenas comenzaba a entender. Miró a su alrededor. Entre el humo de los furgones que se quemaban, pasaban sombras distorsionadamente oscuras, armadas. Y alrededor yacían cajas y barriles. Una parte de ellos estaba destrozada, y su contenido esparcido por el suelo.
-Tengo.. frío -dijo perfectamente la voz de la comandante a su lado.
Kryo se volvió hacia ella.
-¿Qué? -balbuceó, atónita.
-¡¿Que si estás bien?! -Octavia repitió la pregunta. Kryo volvió a parpadear para luego asentir. La comandante la escrutó en busca de heridas, pero lo único que encontró fue una rosa bañada en sangre. No era oscura, no era de ella. Octavia con su mano aferrada a su espada dijo:- Ey.. -puso su mano libre en la mejilla ensangrentada de Kryo. La hizo verla a los ojos.
Kryo se perdió en el bosque que se extendía para ella, en aquellas esmeraldas que la envolvían para protegerla del incendio y el baño de sangre que las rodeaba.
-Te quedas aquí -dijo la Hersir al fin. Kryo frunció el ceño cuando comprendió lo que había dicho. Negó repetidamente mientras hizo un ademán con reincorporarse. Octavia la empujó, manteniéndola donde estaba- es una orden.
Observó a su alrededor, Mance peleaba contra dos cuervos mientras Toregg se las arreglaba desde el suelo. Octavia se volvió hacia Kryo, quien parecía estar de nuevo en aquel lugar.
-Te quedas aquí -le repitió. Se apoyó con su espada y se levantó para salir a la ayuda de su padre.
Kryo parpadeó, buscó su espada, se aferró al pomo. Lista.
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