Love me like you hate me [Y.M][✓]

34

A medida que el carruaje se acercaba al palacio, Yoongi notó que el carruaje de la mujer que había visto antes seguía en el camino cercano. Parecía dirigirse en la misma dirección que ellos.

—¿La conoces? —preguntó Jimin, al darse cuenta de la atención de Yoongi hacia la figura.

—Creo que sí... Pero no estoy seguro. —Yoongi frunció el ceño. —Hay algo en ella que me resulta familiar, pero no puedo recordar.

Jimin observó a Yoongi en silencio, comprendiendo que ese encuentro podría traer consigo nuevos misterios y tal vez incluso respuestas a las preguntas que Yoongi aún guardaba.

El carruaje se detuvo frente a su casa, y ambos descendieron con calma. Sin embargo, antes de poder dar otro paso, la misteriosa mujer se acercó y les dedicó una leve reverencia.

—Duque Yoongi... —dijo, con una voz que era al mismo tiempo suave y segura. —Necesitamos hablar.

Yoongi se giró y se encontró con la mujer, el suspiro y miró a Jimin quien no entendía qué pasaba ¿Quién era esa mujer? Y que tenía que ver con Yoongi, la mujer se acercó despacio y vio a la pareja.

—Jimin ve a la alberca en un rato te alcanzo. —dijo Yoongi en tono serio.

—Yoon. —murmuró.

—Por favor. —lo vio por un momento.

La tensión en el aire era palpable mientras la misteriosa mujer continuaba observando a Yoongi con una mezcla de curiosidad y preocupación. Jimin, sin saber qué hacer, se quedó parado, la confusión reflejada en su rostro.

—No puedo dejarte solo con ella. —dijo Jimin, intentando aferrarse a la sensación de seguridad que había comenzado a sentir al estar junto a Yoongi.

—Confía en mí, Jimin. —respondió Yoongi con firmeza, aunque su voz llevaba un tinte de ansiedad. —Esto es algo que debo resolver por mi cuenta.

La mujer dio un paso más cerca, su mirada se centró en Jimin, como si estuviera evaluando su presencia.

—No te preocupes, no le haré daño. —dijo ella con un tono tranquilizador. —Tu esposo está a salvo aquí, pero lo que tengo que decirle a él es de vital importancia.

Jimin se sintió impotente, incapaz de protestar. Sin embargo, la preocupación seguía creciendo en su pecho. Decidió hacer lo único que podía: observar.

—Está bien, pero estaré cerca. —murmuró, sin apartar la vista de ellos.

Con un ligero asentimiento, Yoongi guió a la mujer hacia un rincón más privado del jardín, donde los murmullos de la conversación no llegarían a oídos curiosos. Al llegar, ella se detuvo y lo miró con intensidad.

—He venido porque hay cosas que necesitas saber sobre tu compromiso. —comenzó, su voz baja pero clara. —tu padre ya se enteró sobre los rumores sobre tu esposo doncel.

—Supongo que solo así recuerda que existo. —dijo serio. —Tía.