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Yoongi parpadeó sorprendido, observando a Jimin mientras un atisbo de sonrisa asomaba en el rostro del otro.

—¿Estás... estás hablando en serio? —preguntó Yoongi, tratando de no sonar demasiado ansioso.

—No quiero que pensemos en eso solo por la presión de la reina o de la corte, pero... —suspiro. —quizás también podría ser una manera de demostrarles que nuestras decisiones las tomamos nosotros, y nadie más.

Yoongi se quedó en silencio, procesando las palabras de Jimin. Habían pasado por mucho para estar con él, desafiando convenciones y expectativas, y ahora él sentía la fuerza de ese vínculo más que nunca.

—Si vamos a hacerlo, será en nuestros términos. —dijo Yoongi, mirándolo con firmeza. —Quiero que lo hagamos porque es lo que deseamos, no porque es lo que otros esperan de nosotros.

Jimin sonrió, relajándose en los brazos de Yoongi.

—Entonces, lo haremos a nuestro modo —afirmó. —No será hoy, ni mañana, pero cuando decidamos que estamos listos, será solo para nosotros.

Se quedaron así, en silencio, sosteniéndose, ambos seguros de que, sin importar las dificultades, enfrentarían todo juntos.

La paz de ese momento fue interrumpida por un ligero toque en la puerta. Ambos se separaron, aunque Yoongi mantuvo una mano en la de Jimin, como si ese contacto le recordara la fuerza de su unión.

—Adelante. —dijo Yoongi, manteniendo la compostura.

La puerta se abrió y uno de los consejeros de la reina asomó la cabeza. Hizo una breve reverencia antes de hablar.

—Su Majestad solicita su presencia en el salón del trono. —dijo, con una expresión que no dejaba lugar a dudas de que aquello no era una invitación, sino una orden.

—Estaremos allí enseguida. —Jimin sintió un nudo formarse en su estómago, pero asintió sin dudar.

Cuando el consejero cerró la puerta, Jimin suspiró profundamente, intentando calmarse. Sentía que cada reunión con la reina era como caminar sobre una cuerda floja.

—No estás solo en esto, Jimin. —Yoongi lo miró, preocupado, y le acarició suavemente el brazo. —Recuerda que pase lo que pase, estoy a tu lado.

—Lo sé. —Jimin asintió, agradecido por las palabras de Yoongi. —Y eso me da la fuerza que necesito para enfrentar lo que venga.

Ambos se dirigieron al salón del trono, donde la reina los esperaba con su acostumbrada postura imponente. Sus ojos los examinaron con frialdad cuando entraron, pero esta vez había algo más en su mirada: un destello de calculadora de observación, como si estuviera midiendo cada movimiento, cada expresión.

—Gracias por venir con tanta rapidez. —dijo la reina, sin preámbulos. —He convocado a los nobles para un anuncio importante, y quiero que ambos estén presentes.

Yoongi y Jimin intercambiaron una mirada de desconcierto.

—¿De qué se trata, su Majestad? —preguntó Yoongi con cautela.

La reina hizo una pausa, como si disfrutara del suspenso antes de responder.

—He decidido nombrarlos regentes oficiales de este reino, en calidad de herederos. —anunció. —Pero esta responsabilidad conlleva ciertas expectativas, y no aceptaré menos que el compromiso absoluto de ambos.

Jimin sintió que su respiración se detenía un segundo. El título de regente era un honor y una carga, una muestra de confianza por parte de la reina... pero también un ancla que los ataría aún más a las normas de la corte.

—Agradecemos su confianza, Su Majestad. —respondió Jimin con diplomacia, tratando de disimular su confusión. —Pero, ¿cuáles son las condiciones específicas de este nombramiento?

La reina se inclinó levemente hacia adelante, sus ojos centelleando con una mezcla de autoridad y algo más... tal vez, un toque de desafío.

—Un heredero. —dijo, su voz firme. —Si están dispuestos a hacerlo, tendrán mi respaldo incondicional; de lo contrario, no podré otorgarles este honor.

Jimin sintió cómo una corriente de nerviosismo recorría su cuerpo, pero también percibió la mano de Yoongi rozando la suya en un gesto sutil de apoyo. Miró a la reina con determinación, sin ceder ante la presión.

—Majestad, ya hablamos de ello. —Yoongi, sin apartar la vista de la reina, añadió.

La reina los miró en silencio por un momento que pareció eterno. Finalmente, asintió, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Jimin sal. —ordenó la reina.

Love me like you hate me [Y.M][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora