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—Yoongi, hazme caso, por favor... —repitió Irene, su voz temblorosa, como si cada palabra estuviera al borde de romperse.

Yoongi suspiró profundamente, un destello de incomodidad pasó fugazmente por su rostro antes de que su expresión volviera a ser la misma máscara impasible de siempre. Se frotó el puente de la nariz y la miró con paciencia agotada.

—Irene, ¿De qué te serviría que te escuche? —dijo al fin, con voz tranquila, pero cortante. — Jimin y yo estamos en el mejor momento de nuestra relación. ¿Qué es lo que esperas lograr con esto?

La pregunta quedó suspendida en el aire como un golpe, pero Irene no bajó la mirada. Era evidente que tenía algo que decir, algo que llevaba dentro desde hacía mucho tiempo. Tragó con dificultad, tratando de reunir la valentía que sabía que necesitaría para insistir.

—Yoongi... solo quiero que me escuches. —repitió, esta vez con la voz apenas un murmullo. — Hay cosas que... que debes saber.

—¿Y ahora decides decírmelo? —preguntó, cruzándose de brazos en un gesto defensivo. — Cuando ya no importa Irene, trabajé muy duro para que Jimin fuera mi esposo. —La expresión de Yoongi se endureció, su mirada reflejaba una mezcla de incomodidad y cansancio. —No puedes venir ahora y pretender que voy a dejar que tus suposiciones o tus secretos arruinen mi matrimonio.

—No son suposiciones. —insistió ella, avanzando un paso hacia él. —Yoongi, lo que tengo que decirte podría cambiar todo...

—¿Cambiar qué, Irene? —interrumpió Yoongi, su tono seco y cortante. —¿Qué es lo que quieres que cambie?

Irene permaneció en silencio por un momento, tratando de encontrar las palabras, pero Yoongi ya no parecía dispuesto a escuchar más.

—Lo siento, Irene. Lo que tenías que decir debiste decirlo antes. —Dio un paso atrás, como si quisiera poner distancia entre ambos, y con un tono definitivo dijo. —Ahora... Jimin y yo somos una familia, y no voy a dejar que nada ni nadie lo ponga en peligro.

—Es lo que me preocupa. —hablo. —¿Qué pasa si se embaraza y ese hijo no es tuyo?

Yoongi le dio una fuerte cachetada a Irene la cual se tocó su mejilla y vio al pálido el cual la miraba de manera seria y fría.

—No te atrevas a hablar así de Jimin. —la vio seriamente. —Y aunque tuviera hijos con otro eso no cambia que él es mi esposo y lo seguirá siendo hasta que la muerte nos separe, ahora vete y vuelve cuando tengas invitación a venir a esta casa.

Love me like you hate me [Y.M][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora