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Yoongi entrecerró los ojos, su mirada llenándose de una mezcla de sorpresa y desafío.

—¿De qué estás hablando? —respondió con voz controlada, aunque sus manos temblaban ligeramente.

—Sé mucho más de lo que imaginas, Yoongi. —Irene esbozó una sonrisa enigmática, disfrutando cada segundo del impacto que sus palabras provocaban. —No soy la única que tiene secretos en esta ciudad, y tal vez, solo tal vez, te convendría escuchar lo que tengo que decir.

Hubo un momento de silencio, en el que Yoongi parecía debatirse internamente.

—Habla. —Finalmente, exhaló con fuerza y, contra su propio juicio, murmuró.

Irene sonrió, tomando su tiempo, disfrutando del pequeño silencio antes de soltar el nombre que parecía estar suspendido en el aire.

—Se llama... —fue interrumpida.

La tensión en la sala se disolvió de inmediato cuando Yoongi sintió el peso de Jimin desplomarse en sus brazos. Su expresión fría y desafiante se desmoronó, dando paso a una mezcla de pánico y preocupación.

—¡Jimin! —exclamó, sosteniéndolo con firmeza, sin importarle la presencia de Irene.

Irene observó la escena, cruzándose de brazos, pero con un destello de interés en sus ojos.

—¿Te das cuenta de lo mucho que se oculta de ti, Yoongi? —murmuró, manteniendo un tono calculador.

—Ahora no. —replicó Yoongi, centrando toda su atención en Jimin mientras lo acomodaba cuidadosamente en el sofá, palpándole el rostro en busca de signos de conciencia. —Jimin, por favor, despierta...

—Lo ha hecho para que no revele la verdad. —hablo Irene.

Yoongi levantó la vista hacia Irene, la furia destellando en sus ojos al escuchar sus palabras.

—¿De qué hablas, Irene? —preguntó con voz baja y peligrosa, sin soltar la mano de Jimin.

—Él lo hizo, Yoongi. —insistió Irene, su tono frío y seguro. —Te traicionó. ¿Por qué crees que se desmayó justo ahora? No soporta la culpa.

—¡Ya basta, Irene! —le gritó, poniéndose de pie y señalando la puerta con una mano temblorosa. —No sé qué estás intentando, pero no volverás a envenenar nuestra vida ¡Vete ahora mismo!

Irene frunció los labios, manteniendo la mirada fija en él antes de esbozar una sonrisa burlona.

—Como quieras, Yoongi. —murmuró antes de girarse y salir de la habitación, dejando a Yoongi en un torbellino de emociones mientras volvía a inclinarse hacia Jimin, susurrándole desesperadamente. —Pero ya sabes la verdad, quieras aceptarla o no.

Al escuchar el eco de la puerta cerrarse, Jimin entreabrió los ojos lentamente, aún débil. La preocupación en el rostro de Yoongi se transformó en una suave sonrisa, llena de alivio.

—Hey... —murmuró Yoongi, pasando una mano cálida por la frente de Jimin. —Tienes un poco de fiebre.

Jimin intentó esbozar una sonrisa, pero sus ojos reflejaban una mezcla de culpa y cansancio.

—Lo siento, Yoongi... —susurró, apenas audiblemente.

—Shh... ahora no pienses en eso. —Yoongi lo interrumpió suavemente. —Solo descansa, ¿sí? Ya hablaremos cuando te sientas mejor.

Love me like you hate me [Y.M][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora