Capítulo 69.- El presupuesto del Baile.

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Ariadne

Desde que se corrió la noticia en San Carlo sobre el fraude cometido por los comerciantes de Oporto en el marqués de Civo, no pude evitar sentir una creciente preocupación por ser llamada nuevamente ante el cardenal de Mare.

Temía que, en algún momento, me pidiera revelar la fuente de toda mi "sabiduría".

Así que, en lugar de quedarme de brazos cruzados, me sumergí en los libros de antigüedades, arqueología e historia helenística que encontré en la casa, y los apilé en mi nuevo estudio. Solo después de organizar y memorizar los capítulos y versículos clave, pude dar una respuesta rápida cuando alguien me preguntaba: "¿Cómo te enteraste de eso?" Fue un alivio, por fin pude relajarme un poco.

Al parecer, se había descubierto que quien se hacía pasar por "Vincenzo del Gato", un comerciante de la República de Oporto, era en realidad un escultor descendiente de nobles de Lasterra. Este hombre, junto con su amigo de juegos, había tenido una disputa con el verdadero Vincenzo del Gato por los fondos de un juego, lo que había desembocado en un asesinato accidental. Ya habían matado a varias personas y, para cubrir sus deudas, adoptaron la identidad del comerciante, robando su almacén de arte y llevando a cabo un gran fraude. Se escondieron con la intención de desaparecer para siempre.

A lo largo de todo esto, sentí una mezcla de tristeza y compasión. César debió haberse sentido como un perro persiguiendo gallinas. Imagino que pensó que todo esto era una lucha de intereses entre organizaciones mercantiles y problemas internos de la República de Oporto. Tal vez intentaba llamar la atención de su padre. Pero después de investigar más a fondo, me di cuenta de que no era más que el acto desviado de un solo individuo, un asunto tan insignificante que ni el precio de las tablas del suelo del Marqués de Civo podría cubrirlo. El cielo estaba despejado, y el otoño comenzaba a dejar sentir su presencia, trayendo consigo un aire fresco que disipó el calor.

Pasados unos días, después de la subasta, el cardenal de Mare me llamó, junto con Lucrezia, a su salón. Toqué la puerta con cautela, y entré con algo de temor. Ya estaba Lucrezia, sentada allí.

-¿Padre, me has llamado? -pregunté al cardenal.

-Sí, siéntate-respondió el cardenal de Mare.

Siempre había llamado al cardenal de Mare "Su Eminencia", pero, después de prometérselo, me había permitido llamarlo "padre" en algunos momentos, con el fin de relajar la atmósfera. Sin embargo, Lucrezia no parecía muy feliz con ello. Tal vez no le agradaba el título o quizá había algo más detrás de su malestar.

-Ya he hablado con tu madre-continuó el cardenal-. Ahora que eres mayor, sé que probablemente tienes ciertos gastos personales.

-He comprado una caja fuerte y algunas obras de arte-respondí, algo distraída, aunque por dentro me molestaba tener que hablar de esto. Sin embargo, me limité a bajar la cabeza en señal de respeto.

-No, no te preocupes-dijo el cardenal de Mare, mirándome con comprensión-. Es natural que una hija mayor tenga gastos personales. Y creo que sería adecuado que ahora administres tus propios gastos con una asignación. Ya que estamos preparando el baile de debutantes, ¿verdad?

Mis ojos se iluminaron al oír eso. Pensé que después de lo sucedido en la subasta, él se habría olvidado de su promesa.

-Estoy agradecida por tu generosidad, padre-respondí, sintiéndome aliviada.

-No tienes que agradecer. - dijo suavemente el cardenal. - También te daré el presupuesto completo para el baile de debutantes.

El cardenal miró con disimulo a Lucrezia, como si hubiera algo más que decir.

-Tu madre no ha estado muy bien últimamente, así que no creo que pueda ayudarte mucho con los preparativos del baile de debutantes.

Aunque Lucrezia estaba perfectamente bien, el cardenal parecía tener sus razones para decirlo. Supuse que, si le dejaba los preparativos a ella, probablemente terminaría robando parte del presupuesto, y luego ese dinero iría a parar a los padres de Lucreia, con quienes él estaba molesto la mayor parte del tiempo.

De todas maneras, no tenía intención de sacar a la luz lo que todos sabían, así que, sin decir una palabra más, me limité a preocuparme por la salud de Lucrecia, que disfrutaba de una excelente salud; le dirigí unas cuantas palabras de preocupación, y de buenos deseos, después de ello, mi padre volvió a hablar.

-Te daré 150 ducados ahora. Si no es suficiente, puedes pedir más en cualquier momento.

Aunque no confiaba demasiado en la administración de Lucrezia, estaba segura que tampoco lo hacía en la mía; el cardenal tenía la intención de darme lo necesario, esperando verificar mis avances antes de entregarme el presupuesto completo.

-Entiendo, padre-respondí, reconociendo su sabiduría.

Sabía que un baile de debutantes adecuado podría costar alrededor de 300 ducados, con un gasto máximo de 500 ducados; tal vez esto era una prueba, o solamente era que prefería entregarme de a poco el dinero.

A pesar de ello, me sentía feliz por el dinero, y por el baile. En mi vida anterior no pude gozar de tal privilegio, pero ahora podría disfrutarlo. Además, no tenía de qué preocuparme, sabía que mis capacidades de administradora profesional, tras haber dirigido el palacio real durante nueve años, me permitirían organizar todo de forma eficiente, aun con solo la mitad del presupuesto.

Si prefieres escuchar este capítulo, ¡tenemos una versión en audio disponible!

https://youtube.com/@librosdemilibrero?si=-gm6PjX_9xRVgfr1

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¡Nota!

Esta novela es una adaptación realizada por mí, una fan, para compartirla con otros seguidores que deseen leerla en español. Dado que no está fácilmente disponible en nuestro idioma, o a veces no se entienden ciertas partes, me tomé la libertad de traducirla y adaptarla para todos nosotros.

No persigo fines de lucro; simplemente quiero rendir homenaje a la obra original, y disfrutarla junto a ustedes.

Pd. Trataré de actualizar todos los días😅🤭

En Esta Reencarnación Yo Seré La Emperatriz,  Hermana MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora