3. Cambios de lengua y cabaña

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El lugar al que habíamos llegado estaba casi vacío. Probablemente era muy pronto, apenas estaba saliendo el sol. Desde el barco todo se veía muy verde y como si hubiésemos retrocedido a la Grecia clásica. Omitiendo, claro, el hecho de que eran casi todo adolescentes y niños.

-Vamos -dijo Jason.

Los tres bajamos la plataforma hasta el muelle. Torcí la cabeza viendo cómo el barco se marchaba y entraba en el bosque solo y sin timonel. Tragué saliva.

Volví a mirar hacia delante y vi una escena muy tierna. Jason y Leo abrazaban a dos chicas, sus parejas seguramente. Les dieron dos besos apasionados. Sí, sus novias. Desvié la mirada algo incómoda.

-Aura, esta es Piper McLean, mi novia -nos presentó.

-Encantada -sonrió la chica. La blancura de sus dientes contrastaba con el tono tostado de su piel y pelo. Aunque se lo cortaba desigual, la trenza y la pluma llamaban la atención, al igual que ella.

Sonreí de vuelta.

-Hola, yo soy Calypso -la otra chica de pelo caramelo y bonitos ojos ámbar se presentó. Capté su olor a coco.

-¡Mi novia! -exclamó Leo, sonriente.

-Un placer -sonreí-. Pero... tenemos un problema -todos me miraron-. Yo... Puede que sepa hablar inglés, pero no demasiado. Tarde o temprano no podré entenderos -sonreí. Seguro que tenía las mejillas rojas por la vergüenza.

-¿Por qué no habláis con Lou? -sugirió Piper. Ladeé mi cabeza sin saber y miré a Jason buscando respuestas.

-¡Buena idea! -dijo Jason- Ven.

Dejamos atrás a los otros tres mientras Jason me llevaba a unas cabañas y nos parábamos en una concreta.

La puerta oscura tenía un símbolo y un escrito en griego que, no sé cómo, identifiqué como Hécate. Llamó a la puerta y nos abrió una chica joven con unas mechas verdes en el pelo negro. Su camiseta de rock me gustó.

Jason habló con ella antes de entrar en la cabaña, se llamaba Lou Hellen.

-Hija de Hécate, diosa de la magia -aclaró el rubio.

-Ah... -dije.

«Magia. ¡Claro! ¿Por qué no?», pensé.

Entonces se puso a hacer una poción. Al acabar, me lo dio. Supuestamente me lo tenía que beber, pero ese brebaje olía tan mal que tenía miedo de vomitarlo al rozarlo con la lengua. Una mezcla de espinacas y algo amargo.

Aún así, hice el esfuerzo y me lo bebí de un trago, tapándome la nariz con los dedos. Puse una mueca de asco.

-¿Mejor? Ya sé que no está muy bueno, pero es lo que podemos conseguir -dijo Lou.

Pestañeé.

-Creo... que sí. Ya no necesito traducir las palabras en mi cabeza para entenderos. Gracias -dije con fluidez, le devolví el frasco a Lou con una enorme sonrisa de agradecimiento.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora