64. "Amienemigos"

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A la mañana siguiente me desperté sola. Normalmente me preocuparía, pero sé que sabía cuidarse bien solo. Tenía unas leves jaquecas en la cabeza, producto de todo el estrés que sufrí ayer. No había podido dormir bien en toda la noche y, a pesar de no sufrir más pesadillas, no tuve un sueño profundo. Me levanté del colchón y me dirigí al exterior. Sentí leves pinchazos en los pies al apoyar mi peso en las plantas.

Fuera, el tiempo era como ayer, soleado y con nubes disueltas en el cielo azul. El ambiente olía a hierba fresca.

Me acerqué al borde del estanque y observé mi reflejo. Tenía unas pocas ojeras debido a las lágrimas de anoche y el pelo revuelto. Me lavé la cara, aproveché y bebí un trago. Era como el agua embotellada, muy pura. Conseguí arreglarme el pelo en una coleta lateral y me levanté justo cuando "alguien" puso sus manos en mi cintura y curioseó mi pelo.

-Me gusta cómo te queda -me abrazó desde atrás y subí la cabeza para verle.

-Lo prefiero suelto -éramos un contraste. Él era media cabeza más alto que yo, lo que me gustaba, con el pelo negro e impecable hacia atrás. El mío era indomable, los enredos siempre ponen a prueba mi paciencia.

Me fijé en su ropa. Era distinta, menos brillante, con colores terrosos y apenas detalles.

-¿A qué viene el cambio de imagen? -pregunté, curiosa.

-Para investigar, debemos pasar desapercibido. Pensé que estas vestimentas serían más adecuadas -me enseñó un traje similar al suyo, de colores terrosos y apagados. Coincidí.

* * * *

Las callejuelas de la aldea eran bastante estrechas, pero abarrotadas de gente. El ambiente olía a esencias y comidas exóticas. Loki nos había traído a Vanaheim, un reino donde tenía un contacto que nos ayudaría.

El problema era que no me fiaba de sus "amigos".

-No te separes de mí -me advirtió por encima del bullicio. Tapé más mi cara con la capucha del traje.

Entramos a una cabaña sencilla. Era austera, apenas había decoración y los colores eran apagados. Parecía sacada de una película vikinga.

-¿Quién está ahí? -dijo una voz.

-¿Así saludas a tus viejos amigos? -preguntó Loki con una sonrisa burlona.

Un chico, calculo que poco más joven que Loki, salió de una de las salas. Era de estatura media, con el pelo castaño claro largo, ojos azules y rasgos... vagamente familiares. Llevaba un traje similar al nuestro.

-No somos amigos -respondió cortante, me miró de arriba a abajo mientras me inspeccionaba-. ¿Quién es ella? -soltó de forma despectiva mientras yo le lanzaba una mala mirada.

-Alguien importante -respondió sin dar detalles-. ¿Tienes lo que te encargué? -volvió a preguntar paciente. El chico me miró de nuevo, asintió seco y salió de la habitación.

-¿Quién es? -dije en voz baja.

-Un vanir, un dios de la naturaleza -me explicó.

-Se ve que tenéis una relación muy estrecha -ironicé.

-Digamos que... me debía un favor.

-No me gusta cómo suena eso -dije entre dientes y en voz baja-. ¿Confías en él?

-No -contestó franco-. Pero sé algunas cosas interesantes de él. Estoy convencido de que no quiere sacarlas a la luz -dijo con una sonrisa malvada que me dio escalofríos-. Por ahora, es mejor no dar demasiada información. Tranquila, no te dejaré sola -me dijo mirándome a los ojos al ver mi cara preocupada.

El dios regresó con una libreta vieja en las manos y la abrió por una página con un boceto hecho a mano y unas cuantas notas en otro idioma.

-¿Viste a esta criatura? -me preguntó enseñándome la libreta. Era la misma cosa que casi me mata en el Bronx.

-Sí -afirmé, confundida. Cerró la libreta de golpe y miró a mi acompañante.

-Está bien. Permitiré vuestra entrada a mi reino, pero a cambio debéis pasar inadvertidos. Nadie fuera de mi círculo de guerreros debe saber que estás allí -le dijo a Loki, quien lo meditó un momento.

-Tenemos un trato -concluyó él estrechando su mano y mirándole con dureza.

Estábamos a punto de irnos cuando el vanir habló de nuevo.

-¡Una última pregunta! -vi cómo Loki fruncía los labios en señal de cansancio e inmediatamente volvía a poner una ligera sonrisa burlesca mientras se giraba-. ¿Por qué has acudido a mí en lugar de a mi hermana? -preguntó con los ojos entornados.

-Porque no es sensato ir directos a la gente a la que queremos evitar, ¿no crees? -finalizó divertido antes de empujarme con sutileza para salir de la casa y caminar a través de la gente.

-¿Quién es su hermana? -dije andando.

-Freya -abrí los ojos ante ese dato-. Su hermano mellizo, Frey, es el señor de Alfheim y un amigo de Odín. Formaba parte del Consejo, pero se marchó sin explicación aparente. El veneno y la criatura eran de allí, por eso le necesitamos -me explicó.

-¿Y por qué no ir directamente allí en lugar de dar rodeos? -hablé algo más alto. Habíamos salido de la aldea y andábamos por un camino de tierra en pleno campo.

-A los ojos de los nueve mundos, sigo siendo un traidor por lo que hice en Midgard. Nadie en su sano juicio me dejaría pasar por su propia voluntad a su reino, incluso si el Padre de Todos lo ordenase. Hallarían la forma de evitarlo. Por eso siempre intento llevarles ventaja -sonrió de forma maliciosa mientras buscaba algo con la vista.

-Y... ¿no se lo dirá a Freya?

-No creo. He ordenado a su mente que no lo haga -me paré en seco y Loki se giró para mirarme.

-¿Que has hecho qué? ¿P-puedes hacer eso? -la voz me salió muy aguda.

-Sí, la situación lo requería -le miré sorprendida y él lo comprendió-. No lo haré más si no quieres -respiré un poco aliviada.

-Por favor -le pedí.

Cogió mis manos y las llevó hasta sus hombros. Eso me dio una pequeña descarga eléctrica en mi espalda, ese efecto no se iría nunca. Puso una sonrisa traviesa y yo me asusté.

-¿Qué vas a...?

-Nos vamos a Alfheim -dijo antes de transportarnos por sorpresa.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora