66. Malas compañías

462 30 0
                                    

Me revolví entre las sábanas, deseando quedarme un rato más durmiendo. Pero tenía cosas que hacer. Me incorporé y no encontré a Loki en la habitación. «Se habrá levantado temprano», supuse.

Su cama estaba deshecha y el traje del reino sobre ella. En el escritorio había una bandeja de comida intacta. Ni siquiera me había dado cuenta de que me rugían las tripas. Me moría de hambre.

Me levanté y cogí un trozo de algo con buen sabor. Mientas comía, inspeccioné la mesa. Todos los escritos estaban mezclados y no entendía ni una palabra, pero más de uno estaba marcado. Dejé las cosas como estaban y me arreglé con mis antiguas ropas para salir.

Caminé a través de los largos pasillos sola, disfrutando del tranquilo y reconfortante silencio. Sólo se oían mis pasos resonando en el suelo de piedra. Mi mente estaba despejada y ni siquiera sabía a dónde me dirigía, pero me dejaba guiar por mi suerte.

Los colores marrones de la ciudad habían pasado a ser cobrizos y naranjas. Había algunas entradas de luz en las paredes de las cuevas y los techos, pero me entristecía pensar que algunas de estas personas no verán la cálida y radiante luz del sol en toda su vida.

El general que me guió hasta mi habitación venía en dirección contraria a la mía. Al fijarse en mí, se giró y caminó a mi lado. Pensé que tardaría un momento en irse a otro lugar, pero seguía andando al lado mío, callado.

-Perdona, ¿necesitas algo? -me paré en un cruce de caminos y le pregunté, extrañada por su comportamiento.

-Sólo quería saber tu nombre. Soy Dobrai Eyrikson -sonrió.

-Aura... Wall -respondí un poco dudosa-. No hacía falta que me siguieras para ello, con haber preguntado bastaba -sonreí tensa por la situación.

-Y dime, Aura, ¿cómo es que estás acompañada de alguien como Loki? Puedes aspirar a algo mejor que ese traidor inmundo siendo tan bella -dijo dando pasos a mi alrededor. En ese momento me sentía como una presa, sus ojos tenían un brillo particular. En el peor de los sentidos.

-Gracias por el cumplido... pero me gustaría dar un paseo por el palacio -dije ruda. Su comentario acerca de Loki sobraba y me había puesto de mal humor. ¿Y él qué sabía sobre su vida para juzgarle así?

-Te acompaño -insistió.

-¡No hace falta! -exclamé haciendo que se detuviese, había algo en él que no me gustaba- Creo que iré a buscar a Loki, gracias de todos modos -intenté escabullirme de allí a paso rápido, pero su mano apretó mi brazo con fuerza antes de conseguirlo.

-¿No te vales por tí misma como para depender de ese príncipe arrogante? -sus labios se curvaron de forma siniestra en algo que no llegaba a ser una sonrisa, pero que aterraba.

-Me estás molestando -dije seria mirando la zona donde estaba su mano.

-Estás muy lejos de casa. ¿No te preocupa que alguien te haga daño? -preguntó de forma cruel y con la sonrisa torcida. Analicé sus palabras. ¿Cómo sabía dónde vivía? ¡Era la primera vez que hablábamos y la segunda que nos veíamos!

-Suél... ta... me -ordené fría y lentamente. Me solté de forma violenta de su agarre y salí prácticamente corriendo, notando su vista clavada en mi espalda.

* * * *

¿Qué demonios le pasaba? Me había hecho daño en el brazo, lo tenía rojo. Me bajé la manga del traje intentando ocultarlo. La imagen de sus labios formando esa sonrisa terrorífica cruzó mi mente. ¿Qué quería ese hombre?

Sumida en mis pensamientos, me topé con alguien. Esperaba que no volviese a ser el tal Dobrai, no resistiría otra charla como esa sin darle un buen puñetazo en la cara. Respiré aliviada al descubrir que era Loki.

Pero su mirada no era nada tranquilizadora.

-Aura, tenemos que irnos de aquí inmediatamente -dijo de forma tan alarmante que me dió mala espina. Agarró mi mano y tiró de mí, cruzando velozmente los pasillos y casi arrastrándome.

-¿Pero qué pasa?

-¡No hay tiempo! ¡Te quieren!

-¿Qué? ¿Quién me quiere? -me alteré.

Estábamos de vuelta en la habitación. Loki cerró la puerta y se apoyó en ella, viéndome como si estuviera buscando la forma de ordenar las palabras para decir... lo que sea que me quería decir.

-¿Recuerdas que te conté que la criatura que te atacó pertenecía a este reino? -asentí- Una bestia de ese tamaño no se cuela sola en Midgard. Alguien la condujo hasta allí -se alejó de la puerta y se acercó a mí-. He investigado y los registros de magia coinciden con algunos recientes que llegan a Alfheim. Aún no sé de dónde proceden, pero todos acaban aquí.

Fui juntando todas las piezas hasta que lo comprendí. Alguien había traído a esa cosa a propósito sabiendo que me mataría, cosa que no logró. La misma persona que me entregó el veneno.

La persona que me quería muerta.

Mi piel empalideció de golpe y mi sangre se volvió de hielo. Creo que aguanté inconscientemente la respiración. Él se pasó una mano por el pelo.

-Lo que voy a hacer no te va a gustar -le miré interrogante-. Te voy a llevar a SHIELD, allí al menos no correrás peligro de muerte.

-¡No! ¡De ninguna manera! Estoy mucho más segura aquí, contigo. ¡Tú mismo dijiste que eran una panda de inútiles! -argumenté intentando convencerle.

No quería volver para meterme en más líos con Furia y tampoco quería ser perseguida por un desconocido chiflado, pero desde luego no quería separarme de él por nada del mundo. De todos los mundos.

De acuerdo, tampoco quería ver a Steve. ¡Pero tenía mis razones!

-A mí tampoco me agrada, pero lo he estado meditando y es la única manera. Yo me quedaré contigo, de esa forma no correrás peligro.

-¡No! -me negué en rotundo cruzándome de brazos.

-Lo siento, ya está decidido -se disculpó antes de sujetarme. Yo pataleaba en su pecho intentando librarme. Dejé de hacerlo al sentir la brisa y la elevación del suelo y me resigné, maldiciendo internamente lo fuerte y cabezota que podía llegar a ser.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora