15. Desenmascarando al traidor

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Cuando volví a abrir los ojos, estaba en un lugar extraño. Había mucha gente trabajando, pero no eran humanos, algunos eran animales, otros tenían aspecto humano y había luces que volaban de aquí para allá.
Una mujer con un vestido blanco y alas multicolor junto a un muchacho de pelo rapado, con un ojo plateado y otro dorado, se acercaron.

-Al fin nos conocemos -sonrió-. Soy Isis, diosa de la magia -dijo la mujer.

-Y yo Horus, dios guerrero -dijo el chico con tono orgulloso.

-¿Vosotros sois... los dioses con quienes tenía que hablar? -pregunté algo desconfiada.

-No solo con nosotros. Sígueme -me ordenó la diosa mientras el otro dios la acompañaba.

Me llevaron por la sala hasta una zona con jeroglíficos, muchos jeroglíficos. Había un trono que parecía arder. Literalmente. En él, un hombre esperaba sentado. Tenía en la cabeza una especie de corona, creo, los ojos perfilados y solo llevaba una falda que le quedaba algo ridícula.

-Mi nombre es Ra, rey de los dioses. Veo que ya conoces a Isis y Horus -me dijo.

-Parece que sí. Creo que vengo a hablar de un dios que se ha revelado, según tengo entendido. Está colaborando con una diosa griega. Creemos que pretenden... destruir al Olimpo y puede que también a usted.

-Eso tengo entendido, pero eso debes hablarlo en el Inframundo. Estás aquí por otro cometido.

-¿Cuál? -me puse nerviosa y me temblaron las manos.

-Creo saber por qué tu futuro no se ve entero.

-¿Cómo...? -empecé a preguntar.

-Yo lo veo casi todo -me cortó. Nuestra diosa Hathor tiene tu futuro restante. Por lo que respecta a mi persona, mi cometido es proteger nuestro mundo sin interferir en vuestras vidas mortales. No puedo contarte tu futuro -ordenó.

-Está bien, señor -asentí algo resignada.

-Ahora, ve. Sin mal no recuerdo, te están esperando -todo se volvió negro, otra vez.

* * * *

Al volver a ver, estaba en una sala enorme y oscura, con una balanza en medio y un animal extraño. Sabía dónde estaba y puse mis sentidos alerta. Me preparé para ver al perro cuando se oyó un ruido...Un chico de pelo negro, ojos chocolate y con ropa oscura me miró desde una esquina.

-Tu debes ser la griega -asentí -Sígueme -le seguí por un pasillo oscuro, aquí todo era oscuro-. Yo soy Anubis, por cierto.

-Sí, el novio de Sadie. Conozco a Walt.

-Parece que eres curiosa. Puede que nos llevemos bien.

-Gracias, pero ya tengo a un dios griego de la muerte de aliado. ¿Un dios egipcio? Suficiente, gracias -hice un ademán con la mano. Anubis soltó una carcajada que resonó, pero no era una risa fría como la del chico de mis sueños.

Literalmente hablando.

Llegamos a una sala con otro trono. En él, había otro hombre de piel azul oscura con unas varas cruzadas en las manos. Llevaba una especie de corona parecida a un bolo en la cabeza, el padre de los Kane. Se había unido accidentalmente a un dios, o eso me contaron.

-¡Vaya! ¡Qué rápido has llegado! -su sonrisa era relajada, daba la impresión de que el señor Kane aún no estaba totalmente cobtrolado por Osiris. O el dios era así de tranquilo-. Mi nombre es Osiris, rey de los muertos -dijo relajado.

-Aura. Me voy a cansar de repetirlo tanto -dije sonriendo.

-Bueno, a nuestros asuntos. Me dijeron que a unos de mis dioses se le ha visto merodeando por territorio griego -su sonrisa se borró lentamente-. Eso lo tienen prohibido, al igual que yo. Y que se ha unido a una diosa peligrosa de vuestro territorio. ¿Sabéis quién puede ser?

-Lo siento, pero no -contesté con recelo de Anubis, no me fiaba del todo de él, se parecía mucho al chico de mi sueño, pero decidí arriesgarme-. En realidad... hace poco tuve un sueño. En él salían Eris, la diosa... y un perro que se transformaba en un muchacho.

-¿Qué aspecto tenía? -los dientes de Osiris se apretaron por un segundo.

-Era de unos dieciséis, pelo negro y ojos blancos. Era un perro blanco, por si os ayuda -se miraron cómplices. ¡Bingo!

-Ofois... -susurró el rey.

Yo miré a Anubis en busca de respuestas.

-Ofois fue un amigo mío -me explicó Anubis-. Era un dios del Inframundo, me ayudaba a guiar a las almas por la Duat hasta aquí. Se fue hace tiempo y le sustituí, pero no es de extrañar que vuelva. Siempre ha querido... algo más.

-En el sueño, estábamos en la sala de antes.

-La Sala del Juicio... -susurró con miedo- Espero que no sea premonitorio, porque podríamos tener problemas.

-Pues... de hecho... -hice una mueca.

-Te avisaremos cuando haya noticias, vigilad vuestro territorio -me despachó Osiris antes de despedirme.

* * * *

Llegué al bosque del campamento tras la hora de la cena, siempre me la salto. No le di vueltas y caminé un rato entre los árboles. Una sombra se cruzó, yo saqué mi espada y me preparé. Alguien me arrastró del brazo. Enfadada, le iluminé dispuesta a atacar.

-¡Thanatos! ¿Qué haces aquí? -susurré con una mueca desconcertada, suerte que no hice nada.

-Me he tomado un pequeño descanso -informó-. ¿Sabes algo del dios amigo de Eris?

-Sí -nos sentamos bajo un árbol. Él me miró esperando a que hablase-. Se llama Ofois, es un dios del Inframundo que se fue y ocuparon su lugar. Creen que se quiere vengar por... no sé... -dije mirándole.

-Siempre trata de venganza... -susurró con pena.

-Sí...-coincidí.

Estábamos callados. Yo miraba las estrellas, se veían preciosas y brillantes. Thanatos señaló un grupo.

-Esa es Zöe. Fue la hija del titán Atlas y una cazadora de Artemisa que murió luchando en la primera guerra. Por ser una de las favoritas de la diosa de la luna, ella le concedió el honor de ser convertida en estrellas.

-¿Cómo lo sabes? -dije curiosa.

-Me gustan las estrellas, pero casi no las puedo ver por mi trabajo -susurró

Yo sonreí.

* * * *

No sabía qué hora era ni cuándo me había dormido, pero ya había amanecido y la luz atravesaba las hojas de los árboles. Thanatos ya no estaba, en su lugar había una nota.

Perdón por irme sin avisar. Se te veía agotada. No quería despertarte. Date prisa, te tengo una sorpresa para después de desayunar.

Att. El dios de la muerte.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora