17. Un respiro

1.2K 92 1
                                    

EN EL OLIMPO

En el gran templo que le pertenecía, Zeus paseaba inquieto y pensativo haciendo resonar las pisadas en el mármol del suelo.

-Debo encontrar algún modo -se repetía por lo bajo, intentando buscar salida al problema-. Quizá si... -se paró en seco- Debo visitar a Hypnos y Hécate -pensó en voz alta antes de desaparecer.

EN EL CAMPAMENTO

Saqué mis pies de la cama y los apoyé en la madera, sintiéndome medio zombi.

-¡Buenos días! -saludó alegre Orión, ya vestido desde el sofá de la pequeña sala común.

-Buenos días... -dije frotándome los ojos y adormecida- ¿Listo para tu primer día como instructor?

Él sonrió haciendo que se vieran sus dientes. Tenía un hoyuelo en la mejilla izquierda.

-Sí, ¿y tú? ¿Lista para soportarnos? -bromeó.

En ese momento salieron Percy y Teseo vestidos y con el pelo revuelto, atravesaron la sala y salieron por la puerta corriendo y gritando: ¡COMIDAAAA!.

-Creo que no lo suficiente... -contesté mirando por donde se habían ido- ¿Cómo lo aguantas? -señalé la puerta.

-No lo hago. Vivimos en casas separadas, por suerte -soltó una carcajada y yo también.

Cogí unos vaqueros piratas, una camiseta de manga corta blanca y algo de ropa interior limpia y me metí en la ducha para despejarme antes de ir a desayunar.

Al salir, fui al pabellón acompañada de Orión y ambos nos sentamos en la mesa 3 con nuestra comida y viendo con cierto temor cómo engullían Teseo y Percy.

Quirón paralizó el desayuno para anunciar de forma oficial la llegada de los héroes, que por supuesto fueron ovacionados por todos los campistas.

* * * *

-Vamos, Aura, sé que puedes hacerlo -me animaba Perseo.

-Lo intento.

-No lo intentes. Hazlo.

Llevaba dos horas intentando vencer a Perseo cuerpo a cuerpo, pero era mucho más fuerte y grande que yo, por lo que no era nada fácil. No se me daba bien el cuerpo a cuerpo.

Caí al suelo de nuevo, magullada. Tenía ya tres nuevos moretones.

-Vamos, esfuérzate un poco más -me tendió la mano, pero la rechacé y me levanté sola.

Me sentía cansada mebtal y físicamente. Incluso algo frustrada, no me salían las llaves ni tenía la fuerza para resistir las de él. Ni la misma Atenea podría volverme buena en esta clase de combate.

-¿Sabes qué? Lo dejo -me rendí limpiándome el sudor de la frente y quitándome los pelos oscuros de la cara-. Llevamos horas, necesito descansar. Seguimos mañana.

Salí de la arena a toda prisa sin dejar que Perseo me riñera y fui al inicio del bosque. Había descubierto hacía poco una zona oculta entre los árboles que nadie conocía, un pequeño estanque donde caía la cascada de un riachuelo y podía descansar.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora