81. Entre los muros

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Oí un fuerte gritó y me asomé. La Encantadora tenía las manos con rayos amarillos y Loki estaba tirado en el suelo, desarmado.

Sé que me advirtió que no interviniera, pero no podía dejarle solo. Saqué una flecha y la lancé a los pies de Amora.

Fue un gran error.

El Loki tirado en el suelo era una ilusión y yo no me di cuenta. Amora se fijó en mí y descubrí que el hechizo se había desecho junto al Loki falso. Mascullé varias maldiciones y salí de allí corriendo mientras pensaba algo.

Me adentré en el palacio y no miré atrás, si lo hacía me despistaría. Algo proveniente de atrás me pasó rozando la oreja y me quemó el brazo. Solté un gemido de dolor y me mordí el labio para no gritar. Mi pulso se aceleró más de lo que estaba. El sudor resbalaba por mi cara, pero estaba frío.

Paré en seco. Mi cabeza estaba en blanco, el pánico me había paralizado tanto que ni siquiera podía pensar. Sólo pensaba en mi cama... calentita y tranquila... Si salía de esta me iba a quedar hibernando hasta el verano.

No se me ocurría nada. Y tampoco se oía nada.

Intenté no hacer ruido andando de puntillas, igual la loca se había ido porque se aburría de perseguir a una simple mortal. O igual se había tropezado con algo y se había quedado atrás.

No tenía ni idea de dónde demonios estaba, me había perdido y todas las paredes me parecían iguales. «¡Genial, Wall! Una bruja lanzarrayos persiguiéndote y tú tienes el sentido de la orientación en el culo», se burló mi conciencia.

Me reí yo sola de lo absurdo que pensé, pero estaba muy asustada y nerviosa. Eso junto hace que me salgan cosas ridículas incluso en estas situaciones. Además, ¿dónde estaba Loki? ¿Cómo es que me había dejado sola con lo protector que era? Me empezaba a preocupar, no sabía dónde estaba y este castillo era demasiado grande.

Un fuerte rayo pasó por encima de mi cabeza y por instinto me agaché. Benditos reflejos. No sabía de dónde había venido y tampoco lo quería averiguar. Salí de allí y me rasguñé los codos al estamparme contra una puerta intentando abrirla. La boca comenzaba a saberme a hierro.

Me oculté tras una columna.

-Debí deshacerme de tí yo misma en vez de enviar a ese inútil sin cerebro. Fuiste un estorbo desde el principio -dijo su voz entre los muros. Miré alrededor mío intentando saber dónde estaba, pero las sombras lo volvían todo más complicado. Echaba mucho de menos la aguda visión de Yeró.

Un rayo de energía pasó cerca mía y logré esquivarlo. Me agaché bajo una mesa de madera volcada y me cubrí la cabeza inconscientemente. Estaba bastante asustada y no sabía qué hacer, mi mente no respondía y me dolían los músculos y las quemaduras.

-Fue divertido hacerme pasar por tu amiguita -estaba segura de que sonreía, yo cerraba los ojos con fuerza intentando alejarme de eso. Quería a Loki a mi lado, necesitaba ayuda.

«¡Piensa, torpe, piensa!», me regañaba a mí misma. Entonces caí.

-Cuidado con las nuevas amistades... -susurré sin querer en voz alta. Las palabras de mi tío al fin tenían sentido, ella se había hecho pasar por Freya, mi amiga.

Una nueva fuerza inundó mi cuerpo como cuando me enfrenté a Nyx... pero esta era cien veces mayor, un enorme chute de adrenalina, valor y estupidez.

«¡Al infierno!», pensé. Salí de allí con la cabeza bien alta y el arco en la mano. Si iba a morir, al menos lo haría con orgullo.

-Veo que al fin sacas tu cabeza de la madriguera, querida -Amora salió de las sombras con la mano encendida de amarillo y una sonrisa-. No debiste hacerlo -amenazó con la mano apuntándome.

Antes de disparar, un rayo azul dio justo en ella y la congeló unos metros más allá.

-Loki -fui corriendo a él, respiraba muy rápido y tenía varias heridas en el pecho y en los brazos.

-¡No debiste intervenir! -me riñó antes de que hablase, fruncí el ceño.

-¡No me advertiste que iba a ser una ilusión! -le grité enfadada- ¡Trataba de salvarte!

-¡Yo no importo! ¡Tú eres la que debe salir viva de aquí, no yo! -me cogió la cara con las manos- ¡¿No lo entiendes?! ¡¡Si tú mueres... yo no puedo seguir viviendo!! -me quedé sin palabras.

Nuestra pelea no duró, el hielo se resquebrajó y él me cubrió con su cuerpo protegiéndome de los pedacitos que salieron por los aires. Amora salió como si nada y logró darle un golpe a él y que cayera algo más lejos. Fue directa a mí y me cogió del cuello, levantándome del suelo. Apenas podía respirar.

-¿Eso es... todo lo que... tienes? -logré burlarme de ella y vi en sus ojos un brillo de ira y venganza. Transformé mi espada para hacerle un corte en el brazo y así poder soltarme.

Soltó un fuerte grito y creo que algunas maldiciones en un idioma extraño. Se preparó para otro ataque de rayos y yo lo vi venir, así que me aparté justo a tiempo. La energía destrozó lo poco que quedaba de la fuente seca.

Solté una maldición.

Me había hecho una enorme herida en la rodilla al caer y ahora apenas me podía mover del sitio. Mi yo interior quería con todas sus fuerzas correr y ocultarse lejos de esto. Y llorar... llorar mucho.

Ojalá pudiera decir que deseaba con todas mis fuerzas no haber decidido seguir a aquel extraño hombre rubio en Central Park y haber llegado a Asgard por error. Que deseaba no haber conocido a ese grupo de locos superhéroes y a ese malvado y tierno príncipe pelinegro con ojos verdes que me enamoró.

Pero mentiría. Hasta el fondo.

Mi conciencia me detuvo y me dio dos fuertes manotazos mentales en la cara para que me calmara. No era el momento ni el lugar.

Ella aprovechó mi dolor y me cogió del cuello de la armadura, lanzándome con una fuerza sobrehumana bastantes metros más lejos.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora