8. Cumpleaños a la carrera

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Me desperté con el dulce sol que entraba por la ventana. Estaba amaneciendo. Hoy era mi cumpleaños, por lo que me levanté rápido pero sigilosa para no despertar a nadie. Por desgracia, desperté a Yeró.

«¡Buenos días!» -saludé.

¡Feliz cumpleaños! -me gritó mi amiga.

«Gracias. Ven, vamos.»

Aún no había nadie. Me vestí con deportivas y una camiseta y salimos por la puerta.

«¿Una carrera para desperezarnos?» -sugerí. Yeró y yo nos miramos y salimos disparadas.

Atravesamos los campos de fresas a toda velocidad, prácticamente vi un borrón verde y rojo. Giramos hacia el muro de lava y rodeamos el muro. El calor, incluso sin estar encendida la lava, era insoportable. Seguimos corriendo y llegamos al bosque.

Creo que nunca me había gustado tanto correr, me sentía feliz. Pero iba segunda. Aceleré de golpe y adelanté a Yeró.

Casi atropello a una ninfa.

Esquivaba los árboles a tanta velocidad que creía que se me romperían los músculos. La bendición de Artemisa era genial. Cogí un pequeño atajo y la pasé.
Íbamos a las cabañas. Intentaba evitar a la gente que llegaba de todos lados, pero era difícil.

-¡Perdón! ¡Lo siento! ¡Perdón! -me disculpaba según pasaban.

Volví a acelerar. Habíamos pasado las cabañas y llegábamos a los establos. Los pegasos se asustaron al pasar por dentro de las cuadras y nos insultaron.

-¡EH!

-¡MÁS CUIDADO! -gritaban en mi mente.

El lago era nuestro destino e íbamos a la par. En un último esfuerzo, hice un sprint final y llegué a la playa la primera.
Yeró llegó poco después y ambas nos tumbamos cansadas en la tierra.

Estaba cansada y parecía que me moriría en cualquier momento.

-No sabía que se podía sudar tanto -Jason llegó sonriente y nos miró a ambas.

-Cállate, Grace -dije intentando enfadarme, pero la sonrisa me delataba-. Te gané, lobita.

Ya te ganaré -me retó.

-Ni en tus mejores sueños -sentencié-. Jason, ¿nos acompañas luego de desayunar y cambiarnos a Casa Grande?

-Sí, ¿para qué? -sonreí a su pregunta.

-Es mi cumpleaños y quiero pasarlo viendo la ciudad fuera.

-¡Vaya, felicidades! -dijo sonriendo y dándome un abrazo.

-Gracias. Pero no te pegues mucho, huelo mal -reí.

* * * *

Tras desayunar y cambiarnos, fuimos a Casa Grande. Quirón nos esperaba en la puerta.

-Bueno, ¿qué os trae por aquí? -preguntó cruzando el umbral.

-Quería pedirte permiso para salir a ver la ciudad -informé-. Hoy es mi cumpleaños y querría verla un rato.

Él suspiró mirándonos algo cansado.

-Es muy peligroso, Aura. Aún no estas lista.

-Vamos Quirón. Yeró vendrá conmigo, llevaré mis armas ocultas y las sé usar bien -rogué-. Además, ya tengo dieciséis, soy lo suficiente madura para salir -Quirón se lo pensó-. Porfiiiiii... -rogué haciendo un puchero.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora