18. Misión de rescate

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-Habéis desaparecido diez minutos.

Sus palabras me pillaron desprevenida. Parpadeé y miré a Ice, pero supe que no estaban mintiendo ni exagerando.

-¿C-Cómo? P-Pero si... hemos aparecido y... ¡hemos vuelto en nada! -me alteré sin entender. ¡¿Diez minutos?! ¡Apenas estuvimos uno!

-No lo sé, pero debemos avisar a los demás, te estaban buscando. Percy está preocupado. Nadie te había visto salir de las fronteras, ni siquiera Quirón.

Fuimos galopando hasta la cabaña 3 y nos encontramos con Percy agitado y Teseo y Orión controlándolo. Percy me vio y vino corriendo a abrazarme.

-Dioses... ¿Dónde estabas? No te encontrábamos por ningún lado -tenía un poco en sus ojos del mismo miedo que cuando mencionan las guerras.

-Pues... No lo sé, yo... Pfff... Solo galopábamos y luego aparecimos en ese campo oscuro... ¡Te prometo que volvimos enseguida!

-Está bien, Percy -le dijo Orión-, lo bueno es que ya está aquí -asentí-. Será mejor que vayamos a cenar todos juntos.

Apenas probé bocado esa noche.

Al acabar, nos fuimos a dormir, pero mi cabeza daba vueltas, así que decidí ir al bosque a despejarme. Sorteé a las arpías y estaba por llegar, cuando una sombra conocida se puso frente a mí.

-¿Dónde estabas? -exigió.

-Thanatos, yo...

-No vuelvas a hacer eso, no te veía. No estabas en ningún lado -me cortó. Su voz era grave y miraba a todos lados entre los árboles.

-Yo... no sé... -suspiré- Perdón. No debí alejarme tanto.

Sonó algo en la oscuridad y ambos nos dimos cuenta.

-¡Vaya! ¡Quién lo diría! La chica a la que buscaba con el dios al que esperaba -de las sombras, salió un adolescente, pelo oscuro y ojos grises oscuros. No era del campamento.

Pero yo le conocía.

-Ofois -solté.

-¿Sábes de mí? ¡Qué halagador! -mostró una sonrisa sin enseñar los dientes-. Pero no he venido por eso -sus pupilas estaban clavadas en mí.

-Tengo órdenes de protegerla -amenazó Thanatos.

-No pretendo dañarla, sólo mostrarla unas cosas.

Sin esperarlo, me cogió del brazo y nos sumergimos en la Duat. Cuando todo se aclaró, vi un palacio. Pero nada más, porque me desmayé.

* * * *

Me dolía la cabeza. Intenté enfocar la vista, pero no podía. Me acordaba de Ofois llevándome a algún lugar. ¿Dónde estoy?

-Ah... Mi cabeza -solté un quejido, frotándome la sien.

Entonces me di cuenta de que estaba en una habitación. En una cama, exactamente. Ofois estaba a mi lado, sentado en una silla mirándome.

-Aléjate -le espeté tratando de encontrar mi pulsera. Pero esta estaba muy lejos de mi alcance, en el otro lado de la habitación.

-No quiero hacerte daño, por favor -sonaba confiado y tranquilo. No era como la voz de mi sueño.

Aún así, desconfié.

-¿Cómo sé que puedo fiarme de ti? -mi voz sonó rasposa y cansada.

-Si hubiese querido matarte, ya lo habría hecho.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora