13. El Inframundo

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¿Cómo describir a los dioses de la muerte?

Hades llevaba una túnica negra con bordados plateados y se movían, como si... tuviese almas vivas cosidas... Llevaba el pelo largo por los hombros y tenía la piel pálida y lúgubre. Los rasgos eran afilados y estaba de pie, pero era esbelto e incluso a tamaño humano era alto. No lo negaré, era atractivo.

Me fijé en Nico, ambos se parecían mucho. Nico tenía los rasgos más italianos por parte de su madre, María di Angelo, pero Hades irradiaba poder. Te dejaba temblando con solo su presencia.

Thanatos, por el contrario, era...bueno, digamos que comprendí el significado de la frase: la muerte es bella. Tenía la piel oscura y los ojos de un naranja eléctrico. Estaba fuerte y delgado a la vez, tenía el pelo por debajo de los hombros, liso y marrón oscuro. Le salían unas alas negras hermosísimas de la espalda. Parecía un ángel oscuro con su túnica color crema.

Ambos dioses nos miraban implacables, sobretodo a mí. Me acerqué a ellos y hablé con cautela, imponían respeto.

-Venimos a hablar sobre Eris.

-Sabemos sobre ello, Aura Wall -dijo Thanatos. Su voz era masculina, suave y grave.

-Thanatos, habla con ella a solas. Yo hablaré con los otros tres -ordenó el señor de los muertos con voz autoritaria.

Asintió y me guió por el palacio hasta una salida. A lo lejos se veían lo que creía eran los Elíseos, eran preciosos. Pero nos dirigíamos a un palacio más pequeño de color humo y plomo.

-Por lo que veo, te gustan los Elíseos.

-¿A quién no le gustan? -respondí soñadora.

-Seguro que al morir irás allí, no tengas prisa. Pero estamos aquí para hablar de Eris -sin darme cuenta, había llegado al palacio y estaba en una sala con sofás. Me ofreció sentarme y acepté encantada-. Eris es una hija de Nyx. Como yo. Es vengativa, le gusta sembrar la discordia. Pero este no es su juego -su tono denotaba confianza hacia mí, como si me estuviera contando un secreto del que se avergonzara. Y también algo de duda.

-Perdone, pero si dice que es problemática, ¿cómo no puede ser su juego? -sugerí. Quería respuestas cuanto antes.

-Trátame de tú -asentí un poco sonriente-. Estáis en lo cierto en que puede causar problemas, pero jamás destruiría todo por diversión. ¿Recuerdas a Luke?

-Sí... -contesté con cierta pena- Cronos le usó para destruir el Olimpo, pero al final se arrepintió y lo mató. Percy me contó su destino -y se le veía realmente afligido al contármelo. Pude notar un poco de culpabilidad en sus ojos verdes ese día.

-El Señor del Tiempo no es el único con capacidad de...persuasión. Sus hermanos... y su esposa.

-¿Crees que Rea está tras esto? -pregunté ante sus sospechas.

-Rea siempre ha querido tener un poco más de poder. Es probable que intente controlar a alguien que le haga el trabajo sucio y la ayude a lograr su objetivo -no obstante, no parecía muy convencido-. Puede ser Eris, no es difícil convencerla.

-¿No hay otra posibilidad de que... no sea ella? -dije, no quería cerrar puertas, esto era muy serio y necesitábamos todos los datos posibles.

-Puede que... haya otra... -dijo pensativo con la mano en la barbilla, pero luego negó de golpe- No, estoy convencido de que no -estaba segura de que me ocultaba algo, pero decidí asentir y fiarme de él. Discutir con un dios no me convenía.

-¿Cómo la combatimos? -pregunté.

-Hades y yo hemos pensado que sería buena idea entrenarte aquí.

Levanté mis cejas y abrí mi boca en sorpresa.

-¿A-Aquí? ¿Me entrenaréis vosotros? -me sorprendí, dudo que el Rey de los Muertos quiera entrenar a una "mocosa" él mismo.

-Hades y yo te mostraremos el Inframundo, pero te entrenarás con las armas en el Elíseo, con algunos héroes. Deberás aprender de los mejores en muy poco tiempo.

No sabía qué decir, era una noticia increíble, poder entrenar con los grandes héroes...

-¿Con quienes entrenaré? -dije algo ilusionada.

-Algunos me lo han pedido ya, creo que te gustarán. Por ahora, volvamos, este sitio estará abierto para ti siempre que quieras. Vamos, tienes otras dos reuniones con dioses mañana.

Sonreí feliz y volvimos con mis tres amigos. Al llegar tenían unas caras demasiado serias y lúgubres. Les pregunté qué les había dicho el señor de los muertos, pero sólo esquivaban la pregunta, eso me hizo sospechar.

No tuve tiempo para pensarlo, porque sentí que las sombras me envolvían.

Poco después, estábamos devuelta en el campamento. Nico no dijo nada, separó las manos y se marchó directo a su cabaña... a dormir.

Puse los ojos en blanco.

Percy y Annabeth se fueron a la cabaña de Percy y a la mía, así que, para evitar momentos incómodos, me fui al lago. Era tarde y no había gente alrededor, así que aproveché y me quité la ropa, quedando sólo en ropa interior. No había náyades ni nereidas donde estaba, todas estaban durmiendo, supuse.

Me di un chapuzón a la luz de la luna. No sé cuanto tiempo estuve, pero las estrellas se veían preciosas en el firmamento, cada una brillaba más que la anterior.

Acabé y me sequé instantáneamente, ventajas de ser hija de Poseidón. Me puse la ropa y, sin que nadie me viese, entré a mi cabaña.

Annabeth no estaba y Percy estaba dormido con un rastro de baba en la almohada y una cara demasiado divertida como para tomarle enserio al día siguiente. Me metí en mi cama y me dormí con Yeró abajo.

Pero un sueño me impidió dormir bien.

SUEÑO

Estaba en un palacio oscuro como la noche. Había estrellas en el techo y una silla en la habitación. Una mujer con pelo negro, piel nívea, una manzana en la mano y ojos que cambiaban entre azules y rojos me miró.

-Muy pronto, hija del mar, muy pronto -puso una siniestra sonrisa.

La escena cambió y se veía una sala oscura con una balanza en el centro, un animal extraño estaba durmiendo en su base. Era mezcla cocodrilo, hipopótamo y león, pero de un tamaño muy pequeño.

Al fondo, un perro blanco con ojos oscuros me miraba. El perro cambió de forma y apareció como un chico de 16 con pelo marrón muy oscuro y ojos con el iris... ¿blanco? Llevaba una falda y el torso descubierto. Me daba escalofríos, sobre todo tras hablar con una voz de ultratumba.

-Veo que ya sabes de mí. Te espero, semidiosa, ven a mis dominios -soltó una oscura carcajada antes de difuminarse.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora