19. En la Mansión de la Noche

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-¿Puedes? -pregunté.

-Ella tiene razón -señaló a Annabeth-. Ciertos caminos estan en la superficie del Tártaro y son visibles para los semidioses. Ella estará allí, esperando. No hay duda. Y no quiero que hagan sufrir a nadie. Pero debemos darnos prisa, si no partimos pronto, las tensiones de la guerra se harán más latentes.

-¿Alguna objeción? -Percy iba a levantar la mano, pero por una mala mirada mía se calló- Bien, mañana al alba, Aura y el señor Thanatos partirán a la Mansión de la Noche -dijo Quirón.

-¡Que Tyché nos ayude! -rogó Chris Rodríguez. «¡Cuánta confianza!», ironizó mi mente.

Al salir, Thanatos me detuvo del brazo.

-Quería pedirte disculpas -dijo.

-Creo que no has hecho nada malo.

-Ayer creí que no volverías, debí estar más pendiente -bajó la mirada-. Me equivoqué con lo de Rea, ahora Nyx es la que ataca -giró un segundo la cabeza-. Te ayudaré a liberar a Ofois. Después de todo, la Mansión de la Noche es donde crecí, y Nyx es mi madre, la conozco bien -puse mi mano en su hombro.

-Eh... Está bien, no es tu culpa -le sonreí.

Todos nos fuimos a dormir. Todos menos yo, un sueño me lo impidió.

SUEÑO

Mi cuerpo se encontraba en una llanura desierta, con rocas negras y oscuras. Frente a mí se alzaba un castillo medio derruido.

Una sombra salió de la nada.

-Me preguntaba cuánto tardarías en venir -la voz sonaba distorsionada.

El sueño cambió. Ahora estaba en un paisaje opuesto, todo lleno de vegetación y con el sonido del agua cayendo.

-¿Qué te parece? -preguntó una voz suave a mis espaldas. Justo cuando mi cuerpo se giró, el sueño se volvió borroso y terminó.

* * * *

-Agárrate fuerte. No abras los ojos hasta que te diga y déjate guiar. Yo seré tus ojos hasta alcanzar el ala visible de la Casa -me advertía Thanatos.

Estábamos a punto de marcharnos. Todos nos habían deseado suerte. Pero la suerte nunca está de mi lado, ¿por qué iba a estarlo ahora?

Desaparecimos en las sombras y segundos después sentí que tocaba el suelo, pero no abrí los ojos. Me dejé guiar por mi acompañante.

-Puedes ver.

Abrí los ojos y no varió mucho, todo estaba oscuro. El suelo parecía echo de humo, mo sabía si flotaba o no. Las paredes y los techos eran de un negro muy profundo y entre ellas había pequeños puntos brillantes como los del traje de Nyx.

Estrellas, constelaciones vivas.

Miré a Thanatos, pero sus ojos parecían perdidos en todo lo de alrededor.

Llegamos a una gran sala en la que se erguía un trono negro y con el doble de mi tamaño. Nyx estaba en el centro, sentada en él. Vi a Ofois al lado, tirado en el suelo, mientras Nyx sonreía fríamente.

-Pesaba que no ibas a venir. Eres demasiado cobarde.

-Libera a Ofois -exigí sin poder controlarme. Nyx se levantó y giró a Ofois para quedar de rodillas frente a mí.

-Es curioso como el miedo puede controlar a la gente, eliminar sus sueños. Te puede ayudar a encontrar su debilidad y acabar con ellos. ¿Sábes cual es tu debilidad, pequeña vástaga del mar? Eres demasiado leal -sujetó la cara de Ofois y yo di un paso adelante-. Todos tus amigos, tus seres queridos, todos sufrirán por tu culpa. Incluso mi querido hijo Thanatos sufrirá -Thanatos apretó fuertemente los puños-. Si te entregas, los dejaré en paz. Sólo acércate.

Era tentador la cantidad de poder que tenía. Pero como bien había dicho, mi defecto fatídico era la lealtad.

-Mientes -saqué a Elpída y me dispuse a pelear.

-¿Piensas que puedes derrotar a una diosa primordial tú sola? Soy hija del mismo Caos, tengo más poder que los titanes. Soy hermana de Gea y Urano. Una simple mortal no puede contra mí -se hizo más grande, tenía ahora 5 metros de altura.

-Sólo que yo no soy solo mortal, soy la hija del dios Poseidón. Y mi nombre... es Aura.

Cargué contra ella con mi espada en la mano. El primer corte en la pierna, pero casi no la tocaba. Era como si estuviese hecha de... humo.
«Repasemos. Nyx es la diosa de la oscuridad», pensé.

Lancé un ataque lateral a su pierna, pero no la rozó. Mientras, ella lanzaba golpes con su látigo, prácticamente cortando el aire. Su cuerpo destilaba un antiguo y siniestro poder que te arrastraba como un agujero negro.

«La oscuridad se combate con luz, pero aquí no hay luz», mi cerebro seguía pensando.

Otro ataque mío, esta vez a la espalda, y seguía sin tocarla. Ella me lanzó un mandoble con una espada negra y brillante. Lo esquivé, pero me cortó en el brazo izquierdo y atravesó la armadura de los cíclopes. Observé cómo la piel se volvía negra y me ardía.

Miré a Thanatos de reojo. Estaba luchando contra un grupo de criaturas extrañas hechas de fuego y algo similar que han aparecido de la nada. Cada vez que acababa con uno, otro más grande salía de las sombras de los muros y doblaba su poder.
Me envió una mirada de decisión. Me giré y volví a encarar a Nyx.

«Luz, luz, luz. Y si...¡la bendición! Artemisa dijo que valía en todos lados. Si funciona... ¡Ella es la diosa de la luna! La luz de luna es más pura que cualquiera», concluí al fin.

Dando palos de ciego y siguiendo mi corazonada, lancé un ataque frontal que la hizo retroceder. Justo antes de su latigazo, me aparté y aproveché a sacar mi arco. Me alejé lo suficiente para preparar una flecha y me concentré en que brillara con la luz lunar. Abrí los ojos, ahora la flecha emitía un resplandor plateado y blanco. Apunté a su pierna y disparé.
La flecha atravesó su pierna derecha y Nyx aulló de dolor. ¡Bingo! Ya sabía su debilidad.

Con confianza renovada, volví a disparar otra flecha luminosa a su espalda.

-Thanatos, distráela. Voy a desatar a Ofois -dije al estar cerca del dios.

Mientras la Muerte hablaba con la Noche y hacía de distracción, yo sacaba mi espada de nuevo. Ofois estaba algo consciente. Le solté de sus ataduras y entreabrió los ojos.

-Despierta, no hay tiempo para cabezaditas -dije dándole palmadas en la cara.

-¿Q-Qué...? ¿Dónde...? -abrió los ojos, desorientado, pero en cuanto vio a Nyx y a Thanatos, se levantó y atacó al dios más cercano.

A mi amigo.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora