Estoy terriblemente aburrida con mis primos. Si no fuera porque Wattpad se puede usar sin internet, me estaría muriendo de aburrimiento.
De repente sube el hermano chico, como de un año y tanto, del Damián, y él es quien lo acompaña.
Yo estaba toda echá en el sofá-cama que estaba en el tercer piso, así que cuando veo que él está subiendo, me siento como dama rápidamente.
El pendejo chico es lo más lindo que hay. A mí me cargan las guaguas, pero él era una excepción. Tiene los medios ojazos verdes. La guagua se sienta en el suelo y se pone a jugar con unas hueás, así que el Damián entero patúo se sienta al lado mío. Agarra una guitarra y se pone a tocar. Yo estaba que le decía « ¡Deja de tocar esa hueá, que estoy leyendo! ¡Ahueonao! ». Más encima toca como el hoyo. No, mentira. Toca bien el maraco. «Me pregunto qué otras cosas toca bien» pienso. Me dan ganas de cachetearme a mí misma por pensar esas hueás.
Me quejo por unos minutos pa' que el culiao cache que me molesta que toque guitarra, pero nunca se pega la escurrida, así que decido bajar.
Veo a mi primo grande, el Gonza, metido en el celular así que aprovecho de pedirle la contra del Wi-Fi.
Me dan ganas de subir de nuevo y acostarme en ese sofá-cama, pero recuerdo que está infectado con roba-primos. No sé qué chucha hacer, por un lado quiero explorar ese bosque, pero me da cuco. Por otro lado, quiero estar en YouTube, pero no ando con audífonos. «Ah, qué tanto. Veo vídeos sin audífonos no más po».
Vuelvo al sofá-cama y ahora es el Damián el que está acostado. Finjo una tos y él se endereza dándome espacio para tomar asiento. El hueón sigue con la guitarra en las manos y más me pico. Me pongo a ver vídeos de gatos con todo el volumen, solamente para que el hueón no siga tocando la guitarra culiá que me tiene enferma.
Nos llaman a comer y bajo corriendo literalmente. Me como unos choripanes mientras escucho cómo mi mamá y una tía pelan a la polola nueva de mi tío menor.
De repente siento que el Damián me está psicopateando y me da un poco de vergüenza, porque estaba comiendo como si no hubiera mañana.
Minutos después nos sentamos a comer. Quiero sentarme lo más lejos posible de ese hueón, pero no me resulta. Podía escuchar todo lo que hablaba desde mi puesto.
El hueón empieza a contar que toca no sé cuántos instrumentos, que hace deportes y yo con cuea sé tocar la flauta y mi deporte es caminar pal' colegio. Igual no le creo nada. Tiene la pura pinta de hueón rata.
─ ¿Y qué edad tienes? ─le pregunta mi mamá de repente.
─16.
─Ah, la Prisci también.
Me cae peor cuando me entero de que tiene mi misma edad.
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Vira de mi vida, culiao.
RomanceNada más penca que tener que pasar el dieciocho de septiembre junto al ahueonao primo de tus primos... Aunque con unos cuantos terremotos cambia toda la perspectiva. La pregunta es; ¿se vira o no se vira de mi vida el culiao?