─Pero ─agrega el Damián luego de unos segundos─, también opino que no podí rechazar una oportunidad así. Sería muy egoísta de mi parte si te dijera "quédate en Chile, conmigo, e intentémoslo una vez más".
─Sí, seríai muy egoísta si me dijerai eso. Además... ya pasó la vieja, Damián. Las cosas ya no son como antes.
─Sí sé, lo tengo claro.
─Pero anoche, cuando te vi ahí... se me movió el piso. Estai más rico que antes, y eso que antes estabai súper rico po, así que imagínate lo rico que estai ahora. Y déjame decirte que las chaquetas de cuero se te ven la raja.
El Damián se caga de la risa de mi comentario por varios minutos.
─Vale, gracias ─me dice cuando se calma─. Y tú... ─me mira de pies a cabeza y se muerde el labio.
«Conchetumare me mojé, conchetumare me excité, conchetumare se me paró el clítoris, conchetumare me dio un paro respiratorio, conchetumare me morí».
Estoy a un segundo de caer en la tentación nuevamente y comérmelo, pero él justo hace parar un taxi.
─ ¿Te vai a ir en el mismo taxi que yo? ─me pregunta.
─Eh... sí ─le digo cuando me recompongo─. ¿No te molesta?
─No, pa' nada ─me abre la puerta y yo subo.
─Buenas tardes ─nos saluda el chófer─. ¿A dónde van?
Le doy la dirección de la casa de la Anto porque necesito hablar con ella sobre mis sentimientos con extrema urgencia.
─Yo voy para otro lado, pero de ahí le aviso ─le dice el Damián.
De reojo miro al Damián. Está concentrado mirando por la ventana.
« ¿Qué estará pensando este hueón? ».
─Damián, ¿me dai tu WhatsApp? ─le pregunto de impulso.
─Dale.
Intercambiamos números y el resto del viaje es silencioso. Le aviso al taxista que pare frente a la casa de la Anto y le pago mi viaje.
─Chao ─le digo al Damián, y me acerco pa' despedirme con un beso en la mejilla, pero como que él no atina, seguramente porque rechacé su beso anteriormente, así que le termino dando un beso en el cachete, y él queda sorprendido.
─ ¡Antonia! ─grito afuera de la casa de mi amiga.
Segundos después ella sale a abrirme en pijama.
─Puta qué te ha durado la caña ─me burlo─. Ni a mí me duró tanto po.
─Tú estai acostumbrá a tomar hasta reventarte, yo no.
─ ¡Tshoa, vale po!
Cuando por fin estoy adentro de su casa, ella se tira en el sillón, se pone la mano en la cabeza y cierra los ojos.
─ ¿Tomaste algo pa' la caña? ─le pregunto.
─Nada.
Voy a la cocina y abro el cajón en donde la tía tiene lleno, pero lleno lleno, de remedios, o sea medicamentos, como nos corrige ella, y saco un paracetamol.
─Vale, wacha ─me dice la Anto tomándose la pastilla─. ¿Y vo me viniste a ver porque me amai?
─Obvio...
Ella me queda mirando pa' que suelte la firme.
─ ¿Cómo te fue con el Damián? ─pregunta de una.
La miro con cara de culpable.
─Bien...─la voz me sale aguda.
─ ¡No me digai que te lo comiste!
─No, no me lo comí.
─ ¿Y entonces por qué tení esa cara?
Me paso las manos por la cara.
─Me movió el piso, hueona. No sé cómo me aguanté las ganas de tirarme encima suyo... ─confieso. Ella me queda mirando con los ojos bien abiertos─. Ya sé que debí pensar que soy ahueoná, pero me contó porqué se había ido, y puta qué me dio pena, Anto. No te imaginai por todo lo que tuvo que pasar solito...
Le cuento toda la historia y ella me escucha sin interrumpirme, excepto en la parte en que menciono al Hueilo, ya que me corrige por "innombrable", porque después de que él la cagó no ha querido ni escuchar su nombre.
─ ¡¿Me estai?! Pobresito...─comenta al escuchar la historia completa.
─Sí, hueona. Se me encogió el corazón cuando me contó...
─ ¿Y qué vai a hacer?
─No sé... Ya no estoy segura de si quiero irme a Australia...
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Vira de mi vida, culiao.
Storie d'amoreNada más penca que tener que pasar el dieciocho de septiembre junto al ahueonao primo de tus primos... Aunque con unos cuantos terremotos cambia toda la perspectiva. La pregunta es; ¿se vira o no se vira de mi vida el culiao?