cuarenta y tres

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Cuando llegamos a la casa del Damián, mi suegri todavía no tiene el almuerzo listo, así que obligá a ayudarla po. No ayudo ni a mi mami y tengo que andar ayudando a mi suegra...

El Damián se pone a jugar con su hermanito, y cuando está casi listo, su mamá lo manda a poner la mesa, y llama a mi suegro que está arriba. El papá del Damián se demora caleta en bajar, llega cuando nosotros ya estamos sentados en la mesa con el plato servido, y se asoma por la puerta poniéndose una chaqueta.

─Hola, Priscila ─me saluda─. No voy a almorzar, voy a salir con unos compadres...─avisa en general.

─ ¿Y me vas a dejar con el plato servido? ─le pregunta mi suegra parándose de su silla─. Además tenemos visita ─me apunta.

─Lo siento pero tenía los planes hechos... ─se encoge de hombros─. Además a la Priscila no le molesta que me vaya, ¿o sí?

─No, tío, no se preocupe.

Él asiente y sale del comedor. Mi suegra lo sigue.
Mi pololo está con la media cara.

─ ¿Estai bien? ─le pregunto.

El Damián niega con la cabeza y mantiene la vista puesta en su plato.

« ¿Qué hueá le está sucediendo? ».

─ ¿Ya te vai donde la otra? ─escucho que le dice la mamá del Damián a mi suegro─. ¡Contesta po!

« ¡¿KHÁÁÁÁÁÁ?! Con che tu ma re. Trágame tierra por fis ».

Se escucha un portazo y segundos después se forma un silencio incómodo en toda la house.

─Están ricos los tallarines ─le comento a mi pololo pa' romper el silencio.

─Mmh ─él asiente sin mirarme.

« ¿Por qué vine por la chucha? ¡Qué alguien me saque de aquí! ».

─Disculpa, Priscila, pero se me quitó el hambre... ─llego a saltar al escuchar la voz de mi suegra desde atrás─. ¿Te molesta si los dejo comiendo solos?

─No, tía, no se preocupe.

─Ya, mi niña. Me voy a tirar a la cama un ratito... Buen provecho.

─Gracias, tía ─respondo.

Ella saca al hermano del Damián de la silla pa' comer y se va con él.

─Esta hueá es pan de cada día... ─el Damián rompe el silencio que se formó durante minutos, cuando yo pensaba que no iba a hablar nunca más─. Sorry por la pelea... no debí traerte...

No se me ocurre qué decirle y empiezo a entrar en crisis. « ¡Piensa en algo, hueona! ».

─Tranqui ─digo por fin y le acaricio la espalda.

«Qué palabra más apropiada, hueón».

Él por fin me mira y me doy cuenta de que tiene los ojos llorosos. Lo abrazo intuitivamente y le sigo acariciando la espalda. Estamos unos cuantos minutos abrazados y después el Damiansito me besa con desesperación y pasión, ah. Como que de repente el Damián se va en volá porque empieza a tocarme la cintura, debajo del chaleco, y yo intento proteger mi flor separándome de él.

« ¿De dónde me sale tanto autocontrol, madre santa? ».

Terminamos de almorzar y yo obligo al Damián a que lavemos los platos, era lo menos que podía hacer po.

─Oye, Damián, me quiero ir a mi casa. Anda a dejarme ─le pido cuando terminamos de lavar la loza.

Él me queda mirando pa' evaluar mi cara.

─Bueno. Déjame ir al baño primero.

Asiento y él me da un beso.

Me siento en el sillón a esperarlo porque lavar la loza me deja agotá. Cansa la hueá po.

De repente tocan la reja y mi corazón da un salto.

« ¡Conchetumare! ¿Viene Andy o qué hueá?... ¡Ay no! Quizá sea mi suegro... Aquí va a quedar la grande... ».

Por suerte el Damián baja la escalera pa' ir a abrir. No iba a abrir yo po hueón, si era visita.
Sapeo desde la ventana y veo a una mina... La maraca culiá de la Adriana Andrea. Se me llega a desfigurar la cara de rabia.

La culiá llega y entra como Pedro por su casa, incluso el Damián queda como hueón afuera con la reja abierta. Por eso, niñas, nunca pololeen con un hueón ahueonao... ¡son tan ahueonaos!

A la Adriana Andrea se le llega a caer la boca al suelo al verme ahí.

─Holi ─la saludo moviendo los dedos y poniendo una sonrisa más falsa que el poto de Kim Kardashian─. ¿Se puede saber qué estai haciendo en la casa de mi pololo?

─ ¿No te contó que vamos a hacer un informe de historia juntos? ─pone una sonrisa burlona─. Ups, parece que no... Se nota que hay confianza en la relación...

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora